Cuestión de actitud

Casi todo en la vida es una cuestión de actitud. Y de estilo. En una sociedad globalizada que se mueve como una manada, distinguirse resulta cada vez más y más difícil, por tanto cobra mayor valor, si cabe, ese dicho de «ser, es ser diferente»… y


A poco que nos paremos a pensar, la caza aúna unos cuantos de los valores ensalzados por la sociedad actual a través de noticiarios, encuestas sociológicas y revistas de moda entre otros. A saber: vida saludable al aire libre, comida cardiosaludable, conservacionismo, respeto a las tradiciones. ¿Y qué me dicen del estilo? Moda country style, viajes a destinos exóticos, paisajes relajantes, fines de semana con encanto, tiendas de caza en plena milla de oro madrileña, joyas, al menos sin forma de oso, bolsos de piel y hasta botas de caucho con nombre de caza que eran para caza, hasta que las calzó en un lluvioso evento público una top model y desaparecieron del mundo de la caza. Ahora las llevan todas las colegialas y ejecutivas, incluso en tiempo seco —¡que incomodidad!— y las publicita Tamara Falcó. Hablando de ella, sería algo ñoño pero efectista en formato reality un ‘We love hunting’. Pero disculpen, que me pierdo. Además de lo dicho anteriormente, no podemos dejar de mencionar ni por un momento la pasta que nuestro humilde sector, en términos de impuestos, ahorro a la administración en mantenimiento ambiental o puestos de trabajo directos, genera. O lo que resumiendo podría llamarse «Sostenibilidad». A que mola, ¿eh? ¿Qué más se puede pedir para estar en la pomada? Pues sí, aún hay más. Todavía no hemos aludido al sacrosanto término que todo lo hace superior en este país: «Cultura». Concepto amplio donde los haya, indispensable en cualquier sociedad avanzada, pero tan manido… Pero centrándonos sobre lo que nos ocupa, la caza, también vamos sobraos. Basta darse una vueltecita por el Museo del Prado viendo reyes en plena faena, diosas arqueras y bodegones diversos, o bien leer un trocito de ese patrimonio de la hispanidad que solo un pequeño porcentaje de la población ha leído. Sí, sí, me refiero al Quijote, en concreto al capítulo XXXIII —un ahora colega me dio los datos; sí, lo admito, yo soy de los de la parte que no lo ha leído, como casi todos, pero ya he dicho que lo mío es vender rifles—. Todos ellos argumentos más que suficientes para formar parte del repertorio de cualquier revista de moda o programa de actualidad general. No cabe duda de que podemos ser cool. Sin embargo, lejos de serlo, por el contrario somos unos proscritos sociales rodeados de una imagen negativa como colectivo, entre carca y agresivo, polarizada de señoritos a aldeanos. Y francamente, a pesar del orgullo que podamos sentir por nuestra afición, sin importarnos el qué dirán (que siempre importa) por muy hartos de la ignorancia de la sociedad acerca de lides cinegéticas, de la criticada falta de apoyo institucional —cada vez el apoyo es mayor, por suerte— o de que «la caza si no existiera, habría que inventarla», hay algo que hacemos mal. Como decía al principio, actitud y estilo. Debemos por tanto dejar de quejarnos y reconocer que como colectivo hay algo que debemos cambiar, por nuestra cuenta, con o sin ayuda. Somos muchos y tenemos recursos, utilicémoslos adecuadamente. Y segundo, y urgente, debemos librarnos de esa pátina oxidada que nos precede y demostremos al mundo lo que de verdad somos. En mi primer y anterior post decía que, lejos de ser timoratos, debemos hacer de esto de la caza una forma que nos distinga y, de paso, pulirnos un poquito. Vestirnos bien, decorar con trofeos de caza sin pasarse. Recomendar restaurantes que cocinan caza, dejar de ser soeces y fanfarrones y dejar aparcado algún que otro estigma del fondo de armario del cazador bastante cuartelero, y con valentía y apasionamiento moderado hablar de ello más allá de nuestro círculo de habituales que también comparte afición y sentimiento. En el trabajo, en el bar, en el club de golf, de tiendas y por supuesto con los amigos del padel. Querer es poder. Sin ser pagada de mí misma, y entiéndaseme bien, ojalá este fuera el blog de la pija de turno, frívola y chorrera, pero leído por varios cientos de miles de personas de todos los ámbitos, eso significaría popularidad y aceptación social. Y más: poder para cambiar las cosas. Tenemos razones no solo para ser necesarios, sino para ser deseables como grupo. Así que ya saben, fenomenales lectores, empiecen a viralizar este espíritu. Por si acaso no funciona, todavía conservo la esperanza de que algún ojeador de tendencias nos encuentre apetecibles y, al encender la tele, me encuentre un día que la caza es protagonista de Zoom Tendencias o, casi mejor, de la segunda parte de 8 apellidos de donde sean, que mala y todo como es, mira que la peliculita ha quitao prejuicios. Como decía Escarlata: «Ahora no puedo pensar en ello, me volvería loca si lo hiciera. Ya lo pensaré mañana»… Entre tanto creo que lo mejor será contratar a un buen publicista que nos recupere para la sociedad.
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