Caza y moda

Hace un tiempo alguien a quien le debo varias me llamó para ponerme en contacto con una productora de televisión. La verdad es que me sorprendió pero, sobre todo, me ilusionó saber que la serie que iban a grabar contaba entre sus protagonistas con dos caz


El tema en cuestión era ayudar a la persona encargada de vestuario, totalmente neófita en moda cinegética a equipar a estos dos personajes. La verdad es que no podría haber llamado a mejor sitio. Así que si la serie sigue adelante —que imagino que sí porque presupuesto parece que hay— y si resiste la prueba de la audiencia, podremos ver moda de caza en la tele. Porque la ropa no solo es chula, sino buena.
Parece que ha gustado, y que los personajes vestirían nuestras marcas. No debería decirlo, pero inmediatamente después de la alegría natural que surge de saberse el elegido y la oportunidad que semejante situación reporta en términos marketiniaos, lo siguiente que pregunté fue: «Y los actores, ¿están buenos?». Ya sé, ya sé, ¡qué bruta! Bueno, ¡en línea con mis colegas hombres! Pero claro, es que además de alegrarse la vista, ropa de esta altura no luce igual en todos los cuerpos. No vayamos a hacerle un feo. Lo que, traducido a jerga cinegética, sería lo mismo que preguntar a quien acaba de cerrar el acuerdo sobre un coto si allí los corzos son buenos. En fin, que sí, que los corzos serán buenos. No sé si medallables, pero buenos al menos. ¿Quizá nuestro momento fama está llegando?
No solo la tele parece interesada, sino que grandes firmas de moda y de decoración buscan fuente de inspiración en motivos cinegéticos. Basta mencionar que hace poco, una de las it girl más influyente del momento en España, Paula Echevarria, aparecía en su blog con un vestidito estampado de corzos y bolso a juego. Anecdótico, aunque me temo que la escena se haya interpretado como una añoranza a nuestra niñez gracias al entrañable Bamby. ¡Qué pena! Porque mira que ha hecho daño el dichoso cervatillo a la caza. Pero a la chica parece que gusta del fenómeno, porque días después su marido, un meloso cantante, lucía, rodeado de cinco… señoras en un sofá en un programa de televisión, camisa de faisanes. También los grandes modistos incorporan lo que llaman animal print en sus próximas colecciones. Bares de copas con cabezas de venados. Vamos, tendencias, que llaman en moda. Esperemos que se consolide y las especies cinegéticas superen la mera estacionalidad para habituar a la mayoría de la gente a su visión y a sacarles de la ignorancia cinegética y hacerles alejarse de su aversión a la caza.
Lo triste es tener que pensar en esto como algo esperanzador, cuando en otras sociedades, en países ricos y bien desarrollados, la caza forma parte de su forma de vida y no se percibe como ninguna singularidad excepcional, ni mucho menos como algo censurable. Me gusta cuando veo en series de televisión americanas o inglesas la naturalidad con la que se presenta esto que ha venido a llamarse country style. Si hasta Sarah Jessica, icono neoyorkino y urbanita por excelencia, salía en una peli de tal guisa y disparando un rifle. Por cierto, no lo hacía mal. Aunque tampoco se trata de llegar a extremos, como los de algunos americanos, carentes de todo sentido del ridículo, vestidos de camuflaje para ir de boda. Hablo sencillamente de integrar la actual ropa de caza en el propio estilo de vida.
Esto es afortunadamente posible porque está aconteciendo el deshielo de los polos de la ropa de caza. Ya no se trata de ir disfrazado como un señorito años 50 en un día de montería ni como un zarrapastroso. Quedan cada vez más lejos esos tiempos en usar ropa vieja o el mono de trabajo para ir a cazar. Y no solo por moda, se consolida la ropa centrada en la calidad, no es cuestión únicamente de estética, sino de su diseño en conjunto, detalles, utilidades y por supuesto el aspecto técnico de los materiales, que a su vez se hace perfectamente compatible tanto para su uso, casual o informal, como de campo. Ropa bonita y sólida, resistente a condiciones climatológicas extremas. Y es que el confort y la protección no tienen por qué estar reñidos con el buen gusto. Y el que invierte en buen equipo también invierte en el éxito de su cacería. En este sentido los señores pueden estar contentos porque la oferta es variada y para todos los bolsillos, sin embargo nosotras lo tenemos algo más difícil. El reducido número de cazadoras hace que las prendas para mujeres en las colecciones de los fabricantes (y no hablo de ropa de mercadillo tipo gran superficie francesa) sean escasas, así que, chicas, a cazar más, que tenemos que hacer volumen. Ya nos encargaremos las que alguna capacidad de presión tenemos sobre fabricantes para que se lo curren y podamos ir calentitas a las monterías o fresquitas a África, a la par que estupendas, que es lo que nos gusta ver a todos. Para muestra un botón. Y es que la caza también es moda.
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