«La cura va bien, pero el ojo… no lo perderemos, seguro»

Una y otra vez repasadas las películas de caza y los libros. Engrasadas las botas, las fundas de las escopetas y el rifle, el catrecillo, el morral y los delantales. Las armas en perfecto estado de revista, limpias, con muy poco aceite y una manita de lin


Siempre he sido cuidadoso con mis cosas y me ha gustado tenerlas a punto, pero ahora no es por afición, es por exceso de tiempo. ¿Quién caza con la que está cayendo? Pues muchos, ya lo sé, pero también hay otro tanto que con esta puñetera crisis está sin poder salir de casa, procurando aguantar sin vender nada de su equipo, que fuera mejor o peor te han hecho el apaño durante muchas temporadas cumpliendo más o menos las expectativas y cogiéndoles cariño. Ahora las vendes por cuatro duros y luego, cuando te pongas a comprarlas, seguramente serán mejores pero te costarán un ojo de la cara. Así que mejor seguir esperando, seguir luchando por encontrar un trabajo o que también lo encuentre la mujer o la pareja, porque está claro que no se puede vivir con un solo sueldo. Hace unos días dijeron que pasamos de los seis millones de parados, pero ahora dicen que la prima de riesgo está por debajo de los trescientos puntos. No se sabe cómo interpretar el rumbo del país, se parece al dicho ese de que «la cura va bien, pero el ojo lo pierde». No sabemos cuánto va a durar esto, yo espero que se acabe pronto y que no se nos olvide, para no bajar los brazos y detectar a tiempo el despilfarro, los sobresueldos, los chorizos de guante blanco, las duplicidades de servicios, los canales de televisión, los urdangarines, la madre que los parió y cualquier otra razón que nos haya abocado a este desastre. De momento tener claro que nuestra afición es cara, aunque solo sea por el gasoil para los desplazamientos, pero que sin lugar a dudas merece la pena, y que los compañeros, la sierra y los perros nos están esperando con los brazos abiertos, para más pronto que tarde poder volver a aceptar un reto contra el frío o el calor, contra la dirección del viento, las duras pendientes, o contra nosotros mismos, en pos de las patirrojas o algún catedrático de afiladas navajas.
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