El 1 de marzo, manifestación

La suerte está echada. Al final tantas afrentas contra el mundo de la caza tenían que tener respuesta y esa respuesta va a ser una, esperemos, multitudinaria manifestación que bajo el lema «Por el campo, la caza y la conservación» se va a celebrar en Madrid el 1 de marzo.


Ya era hora que diéramos una respuesta contundente al desprecio de que la Administración siente por nosotros. Sin embargo, una pregunta no deja de rondar nuestra cabeza: ¿por qué tan tarde? A lo largo de los últimos treinta y dos años no tenemos constancia —y hemos participado en muchas y organizado alguna— que una respuesta a una afrenta se haya dado ¡tres meses! después de realizada ésta. ¿No será demasiado tiempo? ¿No se habrán enfriado los ánimos para entonces? Por otro lado, y los organizadores sin duda lo habrán tenido en cuenta, el día 1 de marzo está en plena campaña electoral y podría darse el caso, improbable, pero no imposible, que la Delegación de Gobierno se inhibiera en la autorización de la manifestación y pasara la responsabilidad a la Junta Electoral Central. ¿Por qué correr ese riesgo? No estaría de más tener unos objetivos claros por los cuales se realiza la manifestación. No vale con sólo un lema. Sería bueno que los organizadores dijeran que el objetivo de la misma es que el Gobierno de turno derogue los polémicos artículos para la caza y la propiedad privada de la Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad. Y sumar. Tanto la COAG como la UPA están esperando una llamada y una definición de objetivos. Tampoco hay que olvidar el sesgo político que muchos le querrán dar a esa protesta y del que los cazadores nos tenemos que alejar a cualquier precio. La caza no tiene ideología, es una ideología en sí misma. Sería bueno que los organizadores no lo olvidaran. En definitiva, para organizar una manifestación es necesario que los convocantes quieran convocar y los convocados estén receptivos. De la segunda premisa no nos cabe la menor duda; nos dolería infinito que no se diera la primera. Nosotros, en lo que podamos, alentaremos esta protesta. Pero si por cualquier circunstancia —salvo la derogación de los dichosos artículos— no se llevara a efecto, Andrés Gutiérrez tendría que dimitir.
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