Los congresos y su utilidad

A principios de octubre la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y la Federación Andaluza de Caza organizaron en Córdoba el III Congreso Andaluz de Caza. Durante tres días, una enorme cantidad de cazadores, gestores, empresarios cinegéticos, propietarios rurales, científicos, técnicos de la Administración Andaluza, dirigentes federativos y conservacionistas, expusieron ideas, retos, estudios y problemas relacionados con la caza en la región.


Los asistentes, entre los que se encontraban muchos universitarios —lo de los créditos anima bastante—, pudieron escuchar interesantes exposiciones científicas perfectamente aplicables a la gestión, al día a día de la caza y de los cotos, así como magníficos debates en torno a la caza desde el punto de vista medioambiental, social o económico. Una pena que muchas mesas redondas se celebrasen a la misma hora en salones distintos porque muchos tuvieron, muy a su pesar, que dividirse. En cualquier caso el balance fue tremendamente positivo por lo que allí se escuchó y por ser una iniciativa pionera en España de la que tendrían que tomar nota otras comunidades autónomas. Sin embargo, ahora la Consejería de Medio de la Junta de Andalucía debe rematar la faena. La falta de remate suele ser el talón de aquiles de todos estos congresos, simposios, encuentros, jornadas técnicas o como quiera llamarse a este tipo de foros. Generalmente, todo lo dicho y escuchado terminan olvidándolo en poco tiempo los que tienen encomendada la tarea de legislar, de convertir en leyes todo aquello que pueda beneficiar a la actividad sometida a debate, en este caso la caza en Andalucía, aparte del correspondiente informe final que debe hacerse sobre todo lo dicho en estos escenarios, que en este caso desconozco si se hará. Como todo congreso que se precie, éste tuvo también sus conclusiones, quince en total. Las conclusiones de los congresos suelen ser muy sintéticas, globales, rimbombantes y tan políticamente correctas que, tras su lectura, suelen ser auténticos brindis al sol que se olvidan en cuanto terminan de leerse. Sin embargo, en esta ocasión, y puesto que Trofeo es una revista nacional, las dos primeras conclusiones resultan muy interesantes por ver si de una vez por todas se solventa en este país de las autonomías el problema de las migratorias. Dicen así: 1. Se constata la necesidad de establecer una coordinación en las políticas cinegéticas y de desarrollo rural de la Unión Europea, especialmente en lo referente a la gestión de las especies migradoras y al uso multifuncional del territorio —agricultura, ganadería, turismo, etc.—, basando la toma de decisiones en criterios objetivos y científicos. 2. Se constata la necesidad de mejora de la coordinación y consolidación de procedimientos comunes entre las distintas comunidades autónomas del Estado Español a través de foros permanentes donde se intercambien y coordinen conocimientos de tipo administrativo, jurídico y técnico sobre la actividad cinegética. Desde luego que «se constata la necesidad» de una coordinación a nivel interautonómico en muchísimos asuntos, creando injustos agravios comparativos entre los cazadores españoles en función de que cacen en una u otra comunidad. Pero hay un asunto especialmente hiriente: la caza de las especies migratorias. La gestión de las especies migratorias tendría que ser a nivel paleártico, porque éste su área de distribución. O por lo menos a nivel europeo. Y si esto todavía no es posible, qué menos que a nivel nacional. Pero tampoco. Y vuelvo al ejemplo de los zorzales: ¿cómo es posible que en Castilla-La Mancha se cacen desde el 8 de octubre, sin cupo y durante todos los días de la semana y en Andalucía, comunidad limítrofe, a partir del 4 de noviembre sólo los viernes, sábados, domingos y festivos y con cupo de 25? Con el agravante de que Andalucía es la última comunidad en recibirlos. Y dicho esto, a ver si es verdad que la Consejería de Medio Ambiente de Andalucía, pionera en tantos otros asuntos, y la Federación Andaluza de Caza, rematan este congreso impulsando de nuevo el agónico Consejo Interautonómico, que representa a todas las autonomías, y se ponen de acuerdo a la hora de gestionar las migratorias.
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