No tener más remedio

Cada vez se habla más de la crispación que se está instalando en la vida política, y también en la vida pública. Unos echan la culpa a los otros, y los otros a los unos. Como siempre, un embrollo, una lamentable situación a la que la mayoría asistimos con extrañeza y preocupación. No me han gustado nunca los extremismos, las medidas de fuerza, las presiones ni mucho menos las amenazas.


Ahora parece que se ha vuelto a poner de moda, desde la izquierda a la derecha, llevar la confrontación política a la calle, disputándose ese derecho y entrando en una guerra de cifras. Parece que nos olvidamos de algo tan natural en democracia como es nuestra postura ante las urnas, donde se reflejará lo que pensemos de la gestión política y de nuestra representación parlamentaria. Y dicho todo esto, lo que nos pide el cuerpo a los cazadores ahora mismo es salir también a la calle, como hacen todos, y gritar, eso sí, civilizadamente, en defensa de un hecho que para nosotros es básico: poder cazar. Y si no se tienen en cuenta nuestras razonadas peticiones para que se retire el anteproyecto de ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, que si llega a aprobarse en sus actuales términos supondría un golpe mortal para la caza, habrá que protestar ante la ministra Narbona, ante el presidente Zapatero o ante quien haga falta. Y si nos unimos más de un millón de españoles cazadores y nuestras familias, seguro que los políticos, que viven de nuestros votos, no tendrán más remedio que hacernos caso.
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