Luces sobre fondo gris

Sobre ese fondo gris de recortes, desconfianza y estrecheces que lo invade casi todo desde hace ya demasiado tiempo, y al que este verano se ha sumado el gris caliente y espeso de los dolorosos incendios forestales que han asolado buena parte de nuestra geografía, reconforta descubrir puntos de luz, unos hechos que son noticia y que, aun teniendo a la caza por protagonista, invitan al optimismo.


Uno es el anuncio de la anhelada (por parte del sector) fusión de las dos ferias de caza no subvencionadas por la Administración más importantes que se celebran en España: Venatoria y Ficaar, que como bien saben los cazadores y los empresarios relacionados con la caza tenían lugar en las mismas fechas, en la misma ciudad (Madrid) pero en distintos escenarios. Un sinsentido (al menos visto desde fuera) que criticamos en su día. Ahora, alcanzado el acuerdo, nos congratulamos por la fusión de tanto trabajo y tanta experiencia acumulados por ambas partes, agradecemos la generosidad y la amplitud de miras demostradas por unos y otros y confiamos en el éxito de Cinegética —así se llama la nueva feria—, y en la repercusión continental del encuentro que creemos está llamada a alcanzar con el paso de unas pocas ediciones. Enhorabuena y que sea para bien. La segunda de las luces la ha encendido el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente al reconocer la necesidad de «unificar la normativa relativa al sector cinegético», lo que entre otras cosas supondrá el desarrollo de «un nuevo artículo sobre aprovechamiento cinegético que permita la creación de una licencia única de caza para poder realizar esta actividad en todo el territorio nacional», en palabras extraídas de la nota emitida por el Ministerio que dirige Arias Cañete y publicada en el Boletín Oficial de las Cortes Generales. El sentido común parece abrirse camino en ese marasmo de normas y reglamentaciones que lleva tiempo multiplicando por 17 las dificultades para ejercitar algo que es elemental per se. No será fácil, y sabemos que las cosas de palacio van despacio, pero contamos (al parecer) con lo que antes faltaba: buena voluntad. Y aun hay una tercera alegría, también debida al MAGRAM, pues admite como posible que los Parques Nacionales recurran a los cazadores deportivos para participar en su gestión. Por fin se acepta abiertamente la acción cinegética como un elemento de control de las poblaciones de especies a tener en cuenta en zonas de especial protección (en las que por cierto se recurre a la eliminación de animales cuando se considera necesario —tarde a veces—, pero como de tapadillo y pagando a quienes cobran por hacer ese trabajo). Y es que, aunque a algunos les cueste creerlo, lo que los cazadores quieren es que conservemos, entre todos y en las mejores condiciones, los espacios naturales de titularidad pública más valiosos, nuestros Parques Nacionales. Y decimos nuestros porque son de todos los españoles, no solo de quienes se arrogan en exclusiva la condición de conservacionistas por el simple hecho de que les gusta ir al campo a contemplar cómo transcurre la vida los domingos que hace bueno. La lógica quiere abrirse paso en un entorno tan contaminado por los tópicos y tan ideologizado como es el de la caza. Una feria en vez de dos en el lugar de contratación de caza más importante de España; una licencia en vez de muchas para hacer lo mismo; una sinergia en aras de ese objetivo común que debe ser la conservación para la posteridad de los entornos naturales que han logrado sobrevivir al imperio del máximo beneficio económico. Que siga la racha.
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