Nuevo ciclo

Cuando estas líneas vean la luz, España habrá votado en otras elecciones generales y los españoles estaremos a punto de estrenar gobierno. Se pone fin así a un ciclo político marcado por una grave crisis financiera que afecta a los cimientos de la Unión Europea y ha dejado a España en una delicada situación. Situación que, por lo que se percibe, tiene todavía posibilidades de ir a peor.


¿De qué color será el nuevo Gobierno? Casi seguro que azul. A menos que todos y cada uno de los sondeos publicados en las últimas semanas estuvieran equivocados, lo que en el momento de escribir estas líneas queda por dilucidar solo es el margen, es decir, si la victoria del PP será por mayoría absoluta, o cómo de mayoritaria será su victoria. En cualquier caso, gobierne quien gobierne, en solitario o en coalición, la papeleta que se le presenta no va a ser sencilla de resolver. Y son tantos, tan perentorios y tan graves los asuntos a los que habrá de hacer frente el nuevo Ejecutivo que los problemas específicos que afectan a los cazadores y a las empresas cinegéticas tal vez se les antojen secundarios. Pero no lo son (no puede tenerse por secundario nada que afecte a los derechos de los ciudadanos y al sustento de decenas de miles de familias). Que las referencias a los problemas que aquejan a los cazadores hayan brillado por su ausencia durante la campaña electoral, con muy contadas y muy limitadas excepciones, a pesar de que el número de cazadores sea tan alto, sólo puede entenderse por la despreocupación que unas y otras formaciones políticas sienten por su capacidad para determinar el voto, que es la tecla que pone en marcha tanta parafernalia. Parece claro que el cazador es antes que eso muchas otras cosas y decide su voto con independencia de tal condición, circunstancia de la que muy probablemente han tomado nota los distintos estrategas de las batallas electorales. Finalizado el tiempo de los discursos, se abre el de la toma de decisiones. Por si pudiera servir de orientación, la Real Federación Española de Caza ha hecho pública una nota con la que quiere recordar al nuevo Gobierno que el mundo de la caza también reclamará la solución de sus problemas, algunos de ellos viejos conocidos de los que mandan: responsabilidad por los daños provocados por la fauna cinegética, prohibición de la caza en espacios protegidos, control de depredadores, multiplicidad de normas y licencias… «Esperamos —termina diciendo la nota federativa— que el nuevo Gobierno que salga de esta convocatoria electoral para los cuatro próximos años se muestre más favorable a una regulación y promoción de la actividad cinegética más acorde con la realidad actual española y la de otro países europeos, propiciando el fomento de la caza, no sólo como una acción responsable y ética, no sólo como un aprovechamiento de unos recursos sostenibles y renovables, sino también por su aportación económica a un desarrollo rural, que ahora, en plena crisis y con más de cinco millones de parados, es más necesaria que nunca». En tiempos difíciles las palabras bonitas no bastan para arreglar problemas, tampoco las buenas intenciones. Los hechos son los que cuentan. Como que la caza, lejos de constituir un problema, forma parte de la solución. Quizá sea en una situación económica tan crítica como la que padecemos cuando la sociedad pueda comprender más fácilmente que la caza es un recurso importante, saludable y sostenible, y que renunciar a él o despreciarlo es absurdo, además de injusto.
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