Suma y sigue…

Hace semanas se publicó la noticia de la desarticulación de una red dedicada al expolio de aves rapaces protegidas, y eso ya es grave por sí solo. Pero resulta que dicha red está ligada al Centro de Recuperación de Especies Amenazadas sito en Sevilla, y eso ya clama al cielo.


Según la Guardia Civil, estos hechos delictivos se realizaban para continuar percibiendo subvenciones disfrazando los fines de dicho Centro de Recuperación. Se informa incluso de la expoliación de nidos, posiblemente para falsear las estadísticas de la reproducción en cautividad y continuar chupando teta. ¡Ya está bien! ¿Hasta cuándo hay que tolerar que unos cuantos mangantes, haciéndose pasar por lo que no son y alardeando de estúpido proteccionismo franciscano, campeen a sus anchas, obtengan privilegios, y reciban muchísimo dinero en subvenciones que nos haría falta para otros menesteres? Está claro que el tema de las subvenciones para conservación, cría en cautividad, reproducción o estudio científico de bichos diversos es tan abundante como mal gestionado y peor controlado, lo que propicia que sucedan casos como este, como el gran misterio de la conservación y reproducción del lince en Doñana, y otros… ¿A cómo ha salido de precio cada cría de lince? Lo del lince es más que curioso, ya que donde hay linces de verdad es en fincas privadas en las que se protege y en las que no se caza la menor, por lo que estos felinos tienen libertad, tranquilidad, y deben desarrollar su instinto cazador para alimentarse y para protegerse, desarrollándose y criando de modo natural y por lo tanto, incrementando su población. Y todo ello sin pedir subvenciones, e incluso sin comentarlo para evitar que los antiguos paniaguados, que hoy no se conforman con tan poco, intervengan en sus propiedades y lo manden todo al carajo esgrimiendo cualquier papel con sello oficial. En una montería en la provincia de Jaén tuve a un hermoso ejemplar de lince parado a menos de cuarenta metros y lamenté no llevar la cámara fotográfica. Luego, en la comida, se comentó que se habían visto otros dos. Y para terminar mis alegrías, recuerdo un reportaje bastante reciente realizado en Cabárceno, ese gran parque zoológico en el que, entre otras especies, hay un rebaño de osos pardos. Los miembros del parque observaban a los osos hasta que vieron a un macho grande persiguiendo a una hembra, posiblemente en celo. Rápidamente se pusieron en acción acosando al macho desde los coches hasta conseguir separarlo y anestesiarlo con un dardo lanzado desde un rifle. Luego lo cargaron en un vehículo y lo llevaron a uno de los edificios donde, colocado sobre una mesa, le introdujeron un cilindro por el ano y, a base de descargas eléctricas lo hicieron eyacular para recoger su semen, con el que se pretendía inseminar a algunas hembras. Lo primero que pensé es que esa gente merecía estar desnuda en una cerca y que se hiciera lo mismo con ellos y ellas. No para inseminarlos sino para meterles un chisme por el culo y proporcionarles unas cuantas sacudidas eléctricas.
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