Gestión del lobo en Castilla y León

Con el lobo llevamos ya muchos siglos a la greña, pero prerrogativas, conjuros, batidas con toda la población activa de la comarca y estricnina (nuez vómica) a discreción, no fueron capaces de erradicarle. Menos mal. En algunos países europeos tuvo peor suerte. El lobo en España se ha recuperado gracias a la caza.


Comenzó a colonizar nuevos espacios a partir de 1970, cuando pasó de alimaña a especie cinegética. Con toda la razón Rodríguez de la Fuente presentía que incluirlo como pieza de caza «era el inicio de una hermosa amistad». Ahí está con casi media España colonizada ?todo el norte y hasta Ciudad Real?, con manadas seguras que pronto enlazarán con las del reducto de Sierra Morena, para satisfacción de los que estamos de acuerdo con que el lobo sea cinegético, pues estamos seguros de que su problema en diez años no va a ser su escasez, sino la manera de gestionarlo mejor. De buena gestión es un ejemplo Castilla y León. Aunque hay vestigios en Atapuerca que señalan que hace 340.000 años el lobo ya andaba a mordiscos con el homo antecessor, el canis lupus no fue domesticado hasta hace unos 15.000 años, posiblemente en China, para convertirse en perro. Seguramente una camada de lobeznos criados en aquellas incipientes sociedades humanas se encontraron muy felices al lado del homínido competidor porque éste dejó de ser nómada y pasó a agricultor y ganadero, que además cazaba y pescaba, manejaba el fuego ?que suponía noches templadas? y sabía sazonar pescado lo que aseguraba comida, despensa, calor y caza, que es lo que más ha subyugado siempre a cualquier cánido. Tras diez reproducciones seguidas cualquier animal pierde el valor silvestre de la bravura y se amansa. Pero no estamos hablando de lobos domesticados (perros) sino de perros montaraces (lobos), como los describe, haciendo un juego de palabras, Juan Carlos Blanco, uno de sus estudiosos más profundo. De que han aumento los lobos y han disminuido las capturas dan fe los datos que disponemos de la campaña anterior de lobos en Castilla y León. El diagnóstico de las poblaciones se hace cada año atendiendo a lo que establece el Decreto 28/2008 por el que se aprobó el Plan de conservación y gestión del lobo en Castilla y León, que fue realizado por Mario Sáenz de Buruaga; un profesional en asuntos medioambientales de reconocido prestigio internacional. El Plan de Sáenz de Buruaga es el primero que se hace de esa dimensión, no sólo en España, sino en el mundo. Los conteos oficiales nos informan que en la última prospección de 2008, la población de lobos se ha incrementado notablemente sobre la población diagnosticada en diciembre de 2001, y ello, incluso en el conocimiento de que puede quedar sin detectar un 20% de la población, porque los recuentos de las manadas son para esta especie, por presencia evidente de manadas con camadas de cachorros. Para que nos entendamos, el conteo de lobos funciona con una máxima semejante a la de “a cojón visto, macho seguro”; a manada vista y con prole, camada segura, pero a manada vista, sin detectar la prole: camada probable, solamente. Como es conocido, el lobo vive en bajas densidades, se desplaza muchos kilómetros y es difícil de contabilizar. Por eso apuntan los técnicos más reconocidos, que además de las camadas seguras y las probables hay siempre un segmento de flotantes y de no detectados, que supone ese porcentaje que queda sin contabilizar. En Castilla y León hay ya 150 manadas seguras (con prole) y 55 probables (sin cachorros vistos) lo que suponen una población entre 1.845 y 2.200 lobos. Se contabilizan manadas reproductoras siempre a la baja porque la que pase desapercibida no es censada; a pesar de ello, cuando las estadísticas apuntan a que la población aumenta favorablemente, los grupos conservacionistas (los no cinegéticos) ponen en entredicho, aunque no lo digan así, la calidad del recuento, que si fuera a la baja, tendría todas las bendiciones. Los conservacionistas cazadores nos alegramos mucho de que el lobo aumente y damos por certeros los recuentos, porque entendemos que la administración que los hace no tiene nada que ocultar, ni nada que aumentar al respecto. El año anterior la Junta de Castilla y León había autorizado cupos de capturas de ciento cuatro lobos, pero solamente se han cazado cuarenta y uno. Esa baja en capturas trae problemas debido al aumento de daños y de crispación en los afectados. Las escasas capturas han hecho considerar a los conservacionistas no cinegéticos (ASCEL y WWWF España), en el último Comité de seguimiento, que la caza no es buena herramienta de gestión para manejar las poblaciones de lobos. Algo había fallado pero, como es obvio y comenté en ese Comité, los cazadores somos los mismos (un año mayores) que los que el año anterior, 2007, habían cumplido con eficacia capturando los 114 lobos previstos y una media de 90 lobos en los últimos ocho años. No habíamos fallado los cazadores, había fallado el sistema de capturas aplicado al plan por cicatería a la hora de adjudicar la captura. Precintos específicos a determinados cotos, (que tienen la mala suerte y no dan la batida o el día que la dan no está allí el lobo, o se escapa), en lugar de ir concediendo autorizaciones consecutivas en cada batida a todos los cotos de una zona donde haya que cazar alguno. Y no se dan más autorizaciones cuando se haya cazado el cupo de lobos de esa comarca. Como se venía haciendo años atrás. El lobo se gestiona en Castilla y León por la Dirección General del Medio Natural de manera ejemplar. Espero que copien patrones otras comunidades en las que sale cada lobo a “cojón de mico” para las arcas comunitarias. En Asturias salía cada lobo cazado por las guarderías a 12.000 € a pagar por todos los ciudadanos; los mismos euros que, al contrario, genera la caza de un lobo en Castilla y León. Esto no quiere decir que desde el punto de vista cinegético los cazadores debamos estar tirando cohetes, (aunque sí orgullosos de esta Consejería en cuanto al lobo se refiere), pues, dentro del buen hacer general, la línea más restrictiva de la Consejería impone algunos criterios de capturas ?aprovecha el porcentaje menor que permite el plan? para satisfacción y solaz de los asistentes por entidades conservacionistas que solicitan menor presión cinegética en el Comité Técnico de Seguimiento del Plan de Conservación del Lobo, al que tengo el honor de pertenecer. A pesar de ello, mueven los foros de Internet para poner a parir a la dirección general por el manejo del lobo en esta comunidad. Pues el que suscribe, que no regala puntos en tómbola, cree que, aunque poco generosos al adjudicar precintos para capturas, lo están haciendo mejor que nadie en este país. A quien ha dicho en TV 5 que en Castilla y León se cazan lobos, incluso sin haber daños, decirle simplemente que es un indocumentado. Para bien del cánido, el lobo es especie cinegética cazable al norte del Duero. Y no necesita más que eso, para ser cazado legalmente. Más sobre este asunto: Cazar y hacer escuela.
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