Ni de derechas ni de izquierdas

Nadie puede poner en duda el éxito logrado por el mundo cinegético y agrario con la pasada manifestación multitudinaria celebrada en Madrid y su gran repercusión popular. Pero la realidad última, por mucho que nos empeñemos, es que no hemos avanzado significativamente en nuestro intento de trasladar una imagen más positiva a la sociedad sobre lo que realmente es la caza y la positiva influencia de los cazadores en la conservación de la naturaleza.


Y lo digo por un hecho que en las últimas semanas ha ocupado amplio espacio en múltiples medios de comunicación. Me refiero a la campaña desatada contra el actual ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo. Pero no es por sus aciertos o desaciertos al frente del ministerio, no es por su gestión al frente de un departamento tan importante como éste, no es por su adscripción política o por sus declaraciones sobre sus filias o fobias políticas. No, ni mucho menos. Es simplemente porque es cazador. Leña al mono, que es de goma. Lleva muchísimos años cazando, desde antes de tener responsabilidades políticas. Pero todo vale cuando se trata de alguien que tiene la nefasta afición venatoria. La izquierda, en los altos niveles del poder, en términos generales, en otros tiempos siempre ha tenido un cierto complejo de reconocer la caza, quizás por reminiscencias del pasado político español. Pero aquí y ahora no es de recibo. Se puede cazar o se puede no cazar. Pero no descalificar por descalificar. Somos bastantes más de un millón de cazadores, y según el actual espectro político, podemos asegurar que más de la mitad de ellos posiblemente voten a partidos de izquierda. ¿Y qué? Una de las cosas que hemos dejado claro en el 1-M es que la caza no es de derechas ni de izquierdas, de señoritos o de multimillonarios. Cientos de miles de españoles cazamos y exigimos un respeto, para nosotros y para la actividad cinegética.
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