Consignas repetidas: aleccionamiento de Goebbels

Últimamente, viendo cuáles son los ídolos de los miles de seguidores por la red… ¡estoy aterrada! Me pregunto qué es lo que se ha estado gestando en la Universidades de nuestra geografía durante estos años… yo sólo puedo ver mentes de corcho, alejadas de la realidad y de la verdadera naturaleza, aunque tampoco puedo culpabilizarles de ello.


El lenguaje ha perdido en riqueza y las palabras, que son la base de la estructuración del pensamiento, se emplean de forma arbitraria, equívoca y desordenada, hay una pobreza absoluta de vocabulario y muchas veces la imagen está muy por encima del mensaje. Es muy difícil hacerse entender y convencer al ignorante, puesto que se trabaja en niveles distintos de conocimiento, además la ignorancia se recrea en su torpeza y es muy atrevida, incluso desafiante y agresiva al carecer de argumentos. Es muy difícil llegar al que se ha implantado en una postura inamovible del porque sí y porque lo digo yo, los dictadores disfrazados de corderos enarbolando la bandera del buenismo, ese buenismo que identifican con todo, incluso con el mundo natural que desconocen absolutamente, porque la naturaleza es cruel, sanguinaria, defensiva y consecuente en la lucha por la supervivencia. Se repiten mantras y consignas sin ninguna base: «los animales sólo matan para comer, sólo atacan si se sienten acorralados y heridos, el ser humano es un animal más, el que mata a un animal es un asesino sin escrúpulos, el cazador mata por placer, la caza es maltrato animal…». Mil y una estupideces supinas repetidas una y otra vez para que calen en las mentes de la plebe, para conseguir alienar a las personas en la verdadera intolerancia, aunque no lo vean. Los métodos de Goebbels otra vez, aquellos que condujeron a elegir al mayor genocida dentro de un régimen democrático. Y… ¡cómo se olvidan los verdaderos principios de la democracia cuando no interesan y convienen!: el respeto por la minorías y sus libertades, porque a veces la mayoría está aborregada por definición. Hemos sobreprotegido a nuestros jóvenes alejándolos de la realidad y ocultándoles la sangre como si fuese algo a esconder, no nos escandalicemos ahora de que abracen conductas veganas y mal llamadas animalistas pensando que son el verdadero camino de la sensibilidad y de que nos estigmaticen a los cazadores considerándonos unos depravados. No les hemos enseñado a implicarse ni a responsabilizarse, ni les hemos mostrado nuestro verdadero papel de gestión del medio como deber moral y como seres humanos que somos, libres y obligados a respetar la naturaleza, a asumir nuestro papel dentro de la misma y a equilibrar responsablemente sin creernos por encima de nada ni de nadie. Les hemos apartado del campo, les hemos envuelto en celofán y bandejas de porexpan eximiéndoles de toda implicación y responsabilidad, no les hemos creído preparados ni capaces para asumir conductas maduras y reales. Les hemos hecho creer que el zanco de pollo que se comen volverá a nacerle al pollo. Espero que no sea demasiado tarde.
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