No nos tragamos la parida paridad…

Una ya resulta demasiado mayor para que la engañen y, además, es ‘muy poco rubia’ como para dejar que la traten como una figura decorativa o muñeca de feria e, incluso, se cruce de brazos viendo el panorama de lo que acontece con algunas jóvenes cazadoras.


Precisamente esa es la imagen de la que quise huir desde siempre, esa imagen de vacío y superficialidad que convierte a las mujeres en mero producto de beneficio publicista. Con esa intención creé mi página En la Senda de Diana hace ya unos cuantos años, más de cuatro. Me molestaba en extremo esa imagen absurda de florero y adorno impuesta a la mujer, aunque no sólo afecta a nuestro colectivo, donde se nos relega a un mero papel de cautivadoras de adeptos. Sigo teniendo la impresión de que no hemos avanzado gran cosa desde entonces, aunque espero y deseo estar equivocada del todo en mi apreciación. Que las mujeres cazamos desde siempre no es ninguna novedad, puede que en escaso número, pero desde antaño. Somos reales y verdaderas, no necesitamos que fomenten nuestra vanidad para amordazarnos la boca y nos la tapen con regalos interesados que, a veces, son únicamente las meras alabanzas. Si formamos parte de alguna junta directiva no podemos recibir regalos ni ser sólo imagen. Afortunadamente tenemos la capacidad de pensar por nosotras mismas y… eso de competir por ser las más guapas, las más altas y las más delgadas ya no tiene cabida en este siglo XXI si de verdad creemos en la igualdad de derechos. No nos subestimen, caballeros, ni nos manipulen tampoco como burdo reclamo publicitario, podemos salirles rana porque tenemos mucho que aportar dentro de nuestros corazones y de nuestras cabezas, y exigimos también que se nos valore en su justa medida por lo que somos, sin mediar por medio ninguna cinta métrica que nos juzgue en peso y en canal. ¡Ya está bien de más de lo mismo! Así no se cambia, ni se fomenta el papel que por derecho tiene la mujer en el mundo cinegético. Yo grito: ¡Igualdad en la caza a todos los niveles, respeto y tolerancia! Pero sin paridades forzadas que no son más que paridas de imagen que ponen en evidencia la falta de escrúpulos de alguno y de alguna, que de todo hay. Corren malos tiempos para la caza, sólo parecen interesar nuestros dineros, el de los que cazamos y, para más inri, parece que todos los políticos han matado un elefante. Mal nos seguirá con esta guerra fratricida de nadie y de nada dentro de nuestro propio sector donde muchos levantan la cabeza en pro de una pasión, pero sin ningún ánimo altruista bajo el brazo. Y sin altruismo no se defienden pasiones. ¡Esto ya cansa! ¡Y mucho! Parecen quedar cada vez menos palos para soportar velas y el desánimo hace mella en los defensores de la verdadera caza… lo que aprovechan otros desde fuera y desde dentro también. Don Dinero siempre, recurriendo incluso a las más insidiosas de las burlas, se trata de vender, sin más, a veces rayando incluso lo amoral. Y, dentro del mundo de la caza, nacen arrimantes como setas convirtiéndolo en un mero mercado donde todos desconfían de todos y todos toman a los demás como fariseos. Vivir del trabajo es sano, razonable y necesario, pero hacer de la defensa de la caza un trabajo… no me suena limpio. Menos figuras y más espaldas, lo he dicho siempre, en las redes sociales también. Sin olvidar que nosotras, las mujeres, en este campo y en otros muchos sabemos escuchar, pero tenemos también opinión y voz propia, teniendo mucho más que aportar que la simple foto. Por fortuna muchos de mis compañeros y compañeras de afición lo saben también. Caza, sin reclamos paritarios, simplemente.
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