Lesmes Peña, expresidente de la RFEC, ha escrito un libro donde lo cuenta todo…

Lesmes Peña Hurtado es un próspero empresario retirado de Burgos. Es un castellano muy culto, trabajador, honesto y honrado que llegó a presidente de la RFEC partiendo del cargo de secretario de la Sociedad de Cazadores y Pescadores de Burgos. Luego, siempre por votación, llegó a las más altas cotas del deporte español.


Cabe destacar que jamás cobró sueldo alguno en ningún puesto deportivo, a diferencia de otros de todos conocidos… Lesmes desmenuza en su libro los avatares de la transición española a través del prisma venatorio donde detalla fechas, personas, cuerpos de élite, y un largo etc. con los que tuvo relación de forma directa e indirecta en tan dilatada singladura. Lo hace con una exquisita elegancia cuya calificación de lo acontecido se deduce de lo escrito por él y de una abundante evidencia documental que aporta para justificar o avalar los avatares de más enjundia. Relata cómo con sus habilidades y diplomacia consiguió que la Real Sociedad Canina de España reconociera al Club Español de Amigos del Perro Perdiguero de Burgos como la única sociedad de raza Española perteneciente a la FCI. Da nombres, fechas, hechos, casos y cosas del último medio siglo largo donde merece especial mención la creación de las federaciones autonómicas de caza y —cómo no— escribe sobre quienes le traicionaron y del lamentable estado de la RFEC con el que se encontró cuando llegó a Madrid de provincias.
Cabe destacar que en su libro hay más agradecimientos que críticas descarnadas de las que, como castellano recio, no rehúye bajo ningún concepto y aún le queda espacio para escribir sobre las anécdotas y sucedidos que son un daguerrotipo de la manera de entender la caza transitando desde épocas pretéritas hasta nuestros días. Al leer el libro comprenderán los orígenes de algunos que van de lo que no son, ni fueron, ni serán, ni dicen de dónde y cómo partieron hasta llegar donde están. Es un libro prologado por mí con un cierto temor a terminar en esos tribunales de los que no salen las diferentes federaciones con las que me relaciono. Pero a diferencia de mi prólogo (un honor que le agradezco de corazón a mi amigo Lesmes) el libro es humano, vital, justo, condescendiente y duro con quienes considera merecedores de serlo. Lesmes jamás se arrugó ante nada ni ante nadie. Y cuando la «suerte le es grela», toca el piano al abrigaño del frio de la bellísima ciudad de Burgos hasta bien entrada la noche sin importarle hacerlo hasta el amanecer. Por eso en mi prólogo le cito algún tema musical. LESMES ES UN HOMBRE CON CARISMA. A Lesmes le entendemos mejor los castellanos que hemos releído el poema de Mío Cid, si bien es cierto que no le hacen falta señores, ni él es ningún vasallo. Lesmes, amigo mío, bien te hubiese hecho el prólogo que te mereces, pero no estaba en mi mejor momento. A mí tampoco me perdonaron los favores recibidos y te confieso que los perdono, pero no los olvido… Como dice el Eclesiastés: hay un tiempo para todo en esta vida.
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