Podemos y los lobos - Cálamo currente

Este no es un post de paso. Ni mucho menos. Y no me refiero sólo a la venatoria que —parte de ella— publiqué y sigo publicando en varios medios de comunicación. Escribo ‘parte’ debido a que me gusta contar pocas batallitas y someterme a lo estrictamente importante, que son los datos contrastados y no manipulados así como la literatura que emana de ellos.


Manía que, después de ejercer durante más de 40 años como informático, la mayoría en cargos de dirección, propiciaron que arrastre una profunda ofuscación por la información veraz que no termino de encontrar en la venatoria española. Arte y no deporte cuyas raíces son consustanciales con la naturaleza en general y con la raza humana en particular. Es más, tengo que luchar contra una opacidad que —inocente de mí— creí erradicada sin pensar en los intereses que hay detrás. Pero esto es así aun cuando no lo asuma y, en algunas ocasiones, muestre una desaprobación inoportuna. Cuando estudio a esos expertos, que ni lo son ni lo serán jamás, más que rabia siento pena por las personas que los padecen o por las que caen bajo sus cantos de sirena cuando en realidad son meras flatulencias que envenenan a quienes las huelen.
En el turismo lobero, y más concretamente en la Sierra de la Culebra, comenzaron hace tiempo a echarse los trastos a la cabeza quienes de la defensa del lobo quisieron hacer oficio como guías, camaradas y hasta con nuevas profesiones que desconocían y siguen desconociendo. Lo único que les faltaba es que les cobijara algún partido político y, al parecer, lo han conseguido. Pero no importa, pronto enseñaran la patita por debajo de la puerta.
Yo creía conocer la Administración en general, ya que casi todo mi devenir profesional se ha desarrollado en su entorno. Pero al ponerme al otro lado de la ventanilla siento que toda mi lucha ha sido en vano y que ya no tengo edad para volver a empezar con estas mis muy gastadas ya herramientas. Yo, pobre de mí, creí que España necesitaba un cambio en profundidad, donde la empatía consensuada sería santo y seña de la bonhomía, pero no, aquí el que más chifla sigue siendo capador y la conspiración obscena sigue siendo el modus vivendi de algunos falsos profetas émulos de Rasputín (salvando las distancias, claro).
Ustedes me perdonarán esta perorata, pero yo siempre creí que la cultura estaba en constante transformación sin olvidar sus principios y me he dado cuenta de que confunden conocimiento con información, lo que convierte a los presuntos expertos y sabios en simples loros de repetición. Loros manipulados, pero con intereses fenicios y conciencia farisea. Por eso, en mi parte lúdica inherente a la venatoria heredada de mis generaciones viejas, sufro sobremanera cuando, de golpe y porrazo y sin razones que vengan al caso, cada cual hace de su capa un sayo. No entenderé jamás cómo y por qué se juega de manera tan grosera con la tradición, no dudando en utilizar la traición barriobajera. Y ojo con la tradición, que si somos estrictos, a lo mejor hay quién dice de volver a establecer el derecho de pernada, pero no podría ocurrir eso jamás si se mezcla la cultura con la historia y se adecúan las buenas obras bajo vertientes separadas para unirse como afluentes de un mismo devenir forjado a lo largo del tiempo en concomitancia con los tempos. Esta, y no otra, es la manera de que la ciencia conviva con la experiencia y caminen juntas en constante transformación en beneficio de la humanidad.
Lo superfluo tiene que pasar a la historia por su propio peso y no por decreto ley o por la oscura decisión de un iluminado influenciado por oscuros intereses generalmente inherentes a su maldad como consecuencia de un vacío existencial que, obligado por la marea de los necios, recala en las playas procelosas de nuestros mares a la búsqueda de incautos a los que meter los perros en danza para justificar lo que quiso ser y no pudo. Nuestro maltratado y ahogado Mundo Rural sufre y tal vez sea prioritario limpiarle las lágrimas para luego empatizar con él de forma sosegada y, sin menospreciarlo, propiciar que sea partícipe de un tronco social común mirando al horizonte, sin olvidar de vez en cuando volver la vista atrás para ver el camino que ya no se va a volver a andar y aprender de lo recorrido para rectificar en su caso. No. No puedo soportar las malas influencias para con aquellos que con ilusión tratan de hacer un mundo mejor. Pero les ruego tomen nota de las manidas palabras de este sincero y activo hombre que procede de un mundo rural al que no renunciará jamás.
Ah, y si necesitan ayuda para reconstruir y no dejar que se lleve el monte las loberas antañonas de esta nuestra España, quedo a disposición de quien emprenda empresa tal. Todo menos que el monte se cierre y se lo lleve por delante el primer incendio de una cada vez más calurosa época, donde los animales no estabulados (cuyo porcentaje se desconoce, aun cuando maliciosamente se da el del total de la cabaña para minimizar el porcentaje de los ataques del lobo), al desaparecer, aceleren el cierre por derribo del Mundo Rural de España.
Un mundo que llora y sufre. Créanme. Se lo ruego. Vengan conmigo y se lo mostraré. No se fíen de los falsos profetas. Ya sé que la política hace extraños compañeros de cama, pero en este caso les recomiendo dormir al raso. Recuerden que el mundo rural también vota y todos están de acuerdo en el tema que nos ocupa. La última dictadura maltrató al campo. ¿Quieren ustedes pasar a la historia por lo mismo? Si persisten en su error de no escuchar a todas las partes de un tema tan en cuestión, les vaticino que no gobernarán jamás. No. No vean fantasmas. Yo no milito en partido alguno ni le bailo el agua a nadie. Ustedes, por el momento, nos han ofendido, tal vez por desconocimiento, no lo sé. Pero esto no es matar lobos. Tengan en cuenta que la alianza del campo con los que no renegamos de nuestras ascendencias es muy grande y callada, aun cuando soportemos ácaros impuestos de todos conocidos. FALLACES SUNT RERUM SPECIES
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