Ferias, congresos, eventos y demás cuentos

Iniciada la desveda, y a veces incluso antes, se desangra nuestro Solarón Patrio en ferias, congresos, eventos, cuentos y macanas que aumentan en la misma proporción que disminuye el número de cazadores. Ambas magnitudes son alarmantes, sí señor.


Es más, de seguir así, llegará el día en el que será noticia aquel lugar de nuestro Ruedo Ibérico donde no se haya celebrado alguna pantomima venatoria con dinero público o sustraído con engaños de la cuenta de algún colectivo y hasta de las de los tenderos. La desfachatez ha llegado a tal grado, que en muchas autonomías se gastan más dinero en fiestorros que en restaurar la naturaleza para que haya las especies de cuyas fotografías retocadas con Photoshop se valen los organizadores para adornar los carteles, catálogos, programas y demás pantomimas promovidas por sujetos que viven del cuento o que sacan un pico suculento de esos eventos. Sujetos con mucha jeta que encima se las dan de grandes próceres del turismo de la zona que esquilman y de nuestras aficiones por las cuales algunos seguimos con la sana costumbre de pagar aquello que consumimos y bastante más. Todo ello para que vivan del cuento ciertos filibusteros. Ojo, que no solo cobran en euros, pues también los egos son moneda corriente de pago con vistas a estar en el candelero con miras políticas y demás cosas lícitas e ilícitas. Candelabro, que decía Sofía Mazagatos. Lo mismo ocurre con las publicaciones venatorias. A menos cazadores, más publicaciones que luego van ante los fabricantes de armas y similares en busca de una publicidad que no pueden pagar como consecuencia de la crisis, o por ser muchos los de la mordida.
A los fabricantes y empresas relacionadas con lo nuestro les acosan sistemáticamente los feriantes en demanda de su asistencia. Es más, los expositores como tienen que desplazar empleados que cobran, se les pone en un brete a la hora de asistir a donde saben que no van a rentabilizar el viaje. Y es normal. Una empresa se pone para ganar dinero y en algunos casos —los menos— para repartir las ganancias entre los necesitados, pero no entre los carotas avalados por politicastros y similares. A veces, los sufridos empresarios de lo nuestro, espoleados por algún político o gran cliente, se ven obligados a ir, pero si pueden, dan una larga cambiada. Es por lo que en muchas ferias y similares nos encontramos con más puestos de chuches que de lo que hemos ido a ver. Todo es aceptado con tal de llenar pabellones o explanadas a fin de dar la sensación de una gran asistencia triunfal y entregada. El público acude por publicidad engañosa y no suele protestar, pues no se cobran las entradas y encima se rifa entre los asistentes una muñeca chochona que nadie sabe jamás a donde va a parar. Y si se cobra algo, como en la Feria de Valladolid, tienen que trancar, pues los ayuntamientos por no tener, son perezosos a la hora de dar sin ton ni son.
En nuestro cada día mayor número de organizaciones venatorias, hay sujetos con afanes desmesurados de protagonismo detrás de los cuales no hay nada, ni nadie que no sean ellos mismos y sus mariachis. ¡¡¡Están ellos con su superior criterio de aquello que desconocen!!! Lo malo es que muchas de esas organizaciones gozan del beneplácito de la administración para distraer los problemas reales considerándoles como interlocutores válidos cuando les interesa llegar a la conclusión de que, como son muchos, no se puede satisfacer a todos. O, lo que es peor, seleccionan a los genuflexos y tratan con ellos un asunto a espaldas de las grandes organizaciones. Estas organizaciones que nacen por generación espontánea suelen tener como motor a sujetos con afanes desmesurados de protagonismo, pocos conocimientos y menos escrúpulos. Lo peor es que algunos de ellos se dan por bien pagados con salir en la foto al lado del político de turno a fin de tener el campo abonado para escribir en las revistas y, los muy sinvergonzones, encima organizan también eventos a cuenta del erario público donde como la entrada es libre, se juntan entre invitados a la manduca, políticos y federativos los suficientes efectivos como para hacerse una foto trucada y dar imagen de magnitud a tener en cuenta. También lo suelen utilizar como una forma de ser admitidos con rango en los partidos políticos o en otras organizaciones venatorias de mayor calado. ¿Cuándo se van a publicar de cuantas personas físicas se componen tanto las organizaciones de ecolojetas como las de los cazadores? ¿Cuándo se van a auditar sus subvenciones? ¿Cuándo, Señor, cuándo? Han de saber que es una ilegalidad hacer depender a una organización venatoria de otra sin pedir autorización previa a sus socios o administrados. Ojo al Cristo, que está la Ley Orgánica de protección de Datos de por medio. Sepan que a la Real Federación Española de Caza ya le atizaron un plumazo de 50.000.001 de las antiguas pesetas que tuvo que pagar ipso facto.
No es que me parezcan mal todos los eventos. No. Es más, a algunos asisto yo como ponente o como simple visitante y dicho sea de paso, la mayoría no son mejores ni peores que los demás. Son —eso sí— más de lo mismo. De lo contrario: ¿Cómo podría opinar yo de los eventos sin asistir a ellos? Yo, señores míos, procuro escribir siempre con conocimiento de causa y después de haber comprobado y fotografiado in situ aquello que denuncio, critico o doy cuenta y razón. Es más, seguiré asistiendo en la medida de lo normal, de lo contrario me convertiría en un feriante o en un bululú sin tiempo para: escribir, leer, cazar y pescar. Siendo la literatura la que más tiempo me consume, muy a mi pesar, pues es sano el ejercicio llegando a mi edad. Pero si salgo al campo con los perros, multita al canto. Si los saco en el corral de la perrera, factura del veterinario por algún contagio. No se puede andar por los caminos rurales con el vehículo a fin de evitar testigos molestos de cómo se incumplen las normas de Bruselas en una agricultura donde la química de las multinacionales del veneno son santo y seña de identidad. Y para pescar truchas de plástico, me quedo en casa leyendo a Quinto Horacio Flaco. Bueno, algunas veces voy a tensar los carretes con peces tuneados con apariencia de truchas o de salmones. De lo contrario estaríamos en las mismas: ¿Cómo podría yo escribirles a ustedes de las truchas de plástico si las desconociera? Lo de la pesca continental y marina ha llegado a una situación de degradación tal, que más del 50% de los peces que se consumen en la humanidad provienen de la acuicultura. Tanto es así, que paulatinamente se está desmontando la pesca artesanal. Aten a esa mosca por el rabo. Bueno, y la carne —en su mayoría— proviene de animales estabulados. Échenle guindas al pavo. Y a pesar de todo eso, tenemos al geoide terráqueo contaminado. ¿O no? Miren ustedes, se lo voy a decir muy claramente, no son de recibo esos eventos donde se propicia el yo te invito - tú me invitas y ambos cobramos o viajamos a cuenta del erario público y de paso damos relumbrón a nuestro curiculum o hacemos propaganda de nuestros servicios REMUNERADOS CON GENEROSIDAD SIN LÍMITE. Todos esos eventos deberían de erradicarse en una época de crisis y darles a los susodichos cero subvención a cuenta pública o de los colectivos. Y caso de que se diera un euro por cualquier razón, éste debería de auditarse a fin de dar cuenta y razón pública del dinero invertido y de su trazabilidad. EL RESTO SON APAÑOS Y PAGO DE FAVORES A LA MILITANCIA QUE NO PUEDEN COLOCAR LOS PARTIDOS. Soy consciente de que bajo la bandera de los partidos los susodichos van a las empresas y establecimientos a exigirles, más que a pedirles o rogarles, la mordida para el evento y, de paso, les engañan vendiéndoles lo importante que es figurar en un programa que no sirve para nada por ser de papel couché y tener mucho gramaje. Ya me entienden…
Muchos eventos sirven de púlpito camuflado a los políticos que no nos defienden claramente durante sus elecciones, púlpito que utilizan diciendo, sin pronunciar palabra, que vienen para que veamos que son buenos y que encima nos defienden. Eso no es así. Vienen a comer a cuenta gorra, nos sueltan una parraplada en busca del voto y si de paso se llevan algún presente, pues miel sobre hojuelas. Y encima los asistentes no apagamos la luz de la sala y les damos cuatro mamporros en los morros por sinvergonzones. Oigan, que los desplazamientos, los coches oficiales y ese largo etcétera de todos esos sujetos que viven de la política o de las federaciones de deportistas de este país en crisis agónica, cuestan dinero. Al dinero con el se subvenciona el evento, hay que sumar el que se gastan los cargos federativos, políticos y demás chupópteros en dietas y gastos de desplazamiento a cuenta del contribuyente, pues los coches oficiales consumen gasofa y los chóferes tienen la mala costumbre de cobrar a fin de mes, siendo estos últimos los únicos que se lo merecen. Yo, como cazador federado, no estoy en absoluto de acuerdo con que se le diera el Carlos III al presidente de La Rioja o en 2003 al diputado del Congreso de los Diputados que nos iba a arreglar lo de los accidentes y lo de los daños y… ya ven donde estamos. Miren ustedes, sin ánimo de ofender, pero hubiese visto con mejores ojos que un premio de tal naturaleza se lo dieran al Dioni (con un par). Sí hombre, aquel señor que expropió en primera instancia el furgón blindado del que era responsable de tránsito y hasta le hizo una canción Joaquín Sabina. Ya ven, diciéndolo así, se convierten los pedos en cantos de sirena. Eso es lo que hacen los hagiógrafos de los eventos.
Son dignos de mención los muchos eventos que se hacen en torno a una especie de caza determinada cuando en el fondo esconden el posicionamiento de ciertas personas físicas o jurídicas para hacer estudios o la recepción de otra clase de estipendios tales como la venta de perros. A una especie vedada hay que dejarla en paz en el campo y sólo debería de ser molestada para llevar a cabo estudios científicos debidamente acreditados por las autoridades estatales o comunitarias al respecto. PUNTO. Y absolutamente todo estudio pagado con dinero público o de los cazadores federados, tenía que someterse a las normas determinadas al respecto por la administración competente y después auditarse bajo su vertiente técnica y económica no permitiendo jamás duplicidades de ningún tipo. No valen cuatro articulillos pagados por las revistas y unos cuadernos con preciosas fotografías vendidas a los pobres y regaladas a los pudientes. A otro perro con ese hueso. Y… nuestros técnicos de renombre, que no de resultados, han callado como putas en Cuaresma los venenos agrícolas que mataban y siguen matando a las perdices y a toda especie viviente. Salvo las constantes quejas de Juan Antonio Sarasketa desde hace más de 20 años, ¿alguien ha dicho algo al respecto en instancias oficiales o federativas?: No. Es ahora, cuando casi no hay remedio, cuando se descubre el enjuague y la administración no se da por enterada. ¿Y que se ha hecho al respecto?: NADA. Salvo distraer la atención con fiascos tales como el del perdigón ecológico o la vacuna recombinante del conejo. Esta gente cualquier día nos sorprende con algún estudio inherente al Bosón de Higgs. Nunca se fíen de las ponencias de esos eventos que debajo del nombre ponen títulos rimbombantes de cátedros o de doctores en las más diversas disciplinas. Esos, esos van cobrando y se llevan la tajada del león. Entérense de quienes son y piensen que un curriculum brillante no es la lámpara de Aladino. Muchos de esos, hasta la fecha, nos han salido caros y no han resuelto nada. NADA. Piensen en el tango CAMBALACHE y acertarán. En lo del perdigón ecológico también se comenzó con la Universidad y estando la cosa mal, veremos a ver cómo acaba. Dicho esto debo de añadir que debemos mucho a cantidad de ingenieros de montes, entre otros, quienes sin darse publicidad trabajan de forma anónima y sosegada por y para todos nosotros. Pienso escribirles sobre ellos. Y lo haré con mucho gusto al referirme a doctores ingenieros tales como Miguel Montoya Oliver.
Los eventos cuya única finalidad sea la venta de perros y las mamonadas políticas o personales antes explicitadas, caso de que en su tocomocho hicieran demostraciones con especies granjorras, debieran de celebrarse en cotos intensivos debidamente certificados a fin de que no contaminasen el medio las especies soltadas. Me da igual que sean especies tuneadas para parecer codornices, perdices o faisanes. Claro que en España se organizan eventos venatorios dignos de asistencia y de encomio, pero están nublados por los malandrines que viven del cuento. Yo seguiré asistiendo a los que me pillen cerca y si a mi modesto parecer son de buena fe y honestos, lo diré. Sería del género tonto decir que en España no hay eventos consolidados y bien cimentados u organizaciones con buena fe y mejores socios que nada tienen que ver con los negocios. Ni qué decir tiene que esto no va relacionado con los campeonatos federativos debidamente calendarizados y escrupulosamente establecidos. Si bien es cierto que algún día escribiré sobre ellos con el conocimiento de causa que tengo por haber contribuido, en su día, en la organización de unos cuantos. Experiencia y distancia que me dan una visión de conjunto al seguirlos durante varios años.
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