…Y sigue el inocuo y caro tantra prometiendo salvar a la perdiz roja (1/2)

Hace más de 20 años que diversas organizaciones vienen prometiendo y cobrando por recuperar un ave que sigue descendiendo salvo excepciones. Me refiero a la perdiz roja. Pero no lo están haciendo gratis. Ni mucho menos. Lo están haciendo (virtualmente) con sabrosas subvenciones oficiales de muchos entes repetidos de esta marabunta redundante de administraciones y encima hay empresas nacidas del outsourcing con mando en plaza y estructura mastodóntica con hilo directo con los políticos de primera fila.


Sí. Lo están haciendo mediante regalías, patrocinios, aportaciones, amparos, concesiones, limosnas, asociados, ayudas, aportaciones sociales, mandas, legados, herencias y rastros cruzados que impiden una auditoría en sus vertientes técnicas y económicas. Y lo peor del caso es que de sus sonoros fracasos nos echan la culpa a los cazadores y, para que todo quede en casa, se la echan también al mundo rural de España. Resumiendo: la perdiz roja autóctona es meramente residual con un crecimiento virtual cantado por los truhanes de siempre cuyos slogans me recuerdan a los de aquella película de José Luis Cuerda titulada: AMANECE, QUE NO ES POCO.

 Perdiz roja
Perdiz roja

Pero a pesar de todo, hay que decir, sin tapujos, que de no ser por las perdices de granja ya no tendríamos perdices autóctonas en España. Y… la mixturación o introgresión pasa muchas veces por pretendida pureza de raza aun cuando el fenotipo y genotipo digan lo contrario.

Conmigo están ustedes confundidos. Yo no les critico a ustedes, señores granjeros, por su producto, al que denominan perdiz, cuando todos sabemos que es un ave tuneada con mejor o peor acierto. Es más, este vacío venatorio había que rellenarlo de alguna manera. Pero no me pidan que escriba que las perdices autóctonas pueden ser sustituidas por las de granja. Ni me presenten a granjeros que quieren tener un pie en el campo y otro en la granja. Ya soy viejo y baqueteado para cometer pecados nuevos. Ya casi lo único que le pido a Dios es que no vengan a mi funeral aquellos que me hicieron mal. Los malos son pocos, muy pocos, pero muy hideputas.

Y para terminar este apartado, quiero dejarles bien claro que no me voy a meter en el tema de los alelos, ni en el de la ciencia cuántica para lelos. No. Pero sí que voy a afirmarles que las perdices autóctonas de mi pueblo no son iguales que las perdices autóctonas de Alicante. O sea, que —a mi modesto entender— eso de hacer un patrón racial único para toda España es pura quimera y una afrenta a la NATURALEZA.

Yo conozco la granja en profundidad y tengo amigos granjeros en Santervás de la Vega (Palencia), donde un señor que estuvo en Alemania (Amaranto) mima a un montón de perdices que son las llamadas Perdices de Primera por los señoritos de postín, pero con esta forma de proceder, no les ha lucido el pelo mucho a los titulares de la explotación ya que quienes las ponen en destino para la ocasión no son ellos. Son granjeros de renombre de esos que presumen de amistades reales y lo hacen con toda la razón del mundo. Sujetos que como tales han pasado por el talego por no hacer nada, claro.

Miren ustedes, si esos sujetos pusieran las perdices macho a prueba para el reclamo, no les quedaba ni una, pero… No se lo van a creer: yo he entrado en la granja a hacer fotografías donde las perdices están en tremendos jaulones con vegetación en el suelo y he sufrido en mis carnes los aletazos y picotazos que me endosaron los machos acercándose a mi persona con un ala rozando el suelo y se me tiraban. Y eso que estaban fuera de celo, que si voy cuando están en celo, me dejan como dejaron a Carlitos Monzón en su último combate. Ese tesoro perdiguero sin publicidad terminará arruinándoles y es un milagro que ya no lo estén, pero hablaban de vender la granja… En este país eso de ser honrado está pasado de moda (¿Sabina?). Ser honrado está mal visto y sale caro, me dijo una vez un prohombre de esta nuestra piel de toro, y al salirme la hoja roja no tengo más remedio que decirle que le asiste la razón.

 Perdiz roja

La Real Federación Española de Caza

La RFEC no representa a los cazadores no pertenecientes a una sociedad venatoria ni a otros muchos que no se federan por no tener sociedad venatoria que les acoja. ¡¡¡Que no sobra el parné!!!

La Real Federación Española de Caza representa a un conjunto de sociedades con un determinado número de socios (compradores de tarjetas por imperativo legal, en muchos casos). Pero el cazador que pertenezca a una sociedad no federada, pongo por caso, no puede participar en ningún campeonato a no ser mediante chanchullos. Por eso triunfan con nombres de otras autonomías muchos cazadores ajenos a la zona donde viven ¡¡¡Y nadie dice nada!!! El cazador que no esté adscrito a una sociedad tampoco puede participar. Y todo esto es legal de acuerdo con unas leyes que hay que cambiar. Se da el caso de que hay cotos en los cuales es obligatorio federarse, con lo cual si el cazador pertenece a más de un coto, tendrá tantas tarjetas federativas como cotos a los que pertenezca —eso sí: pagando todas y cada una—. Así, nunca se podrá conocer con exactitud el número de federados por provincia ni en el Estado, a no ser mediante procesos cuya recogida de información es peor que aprenderse el Madoz de memoria.

O sea, que hay un montón de adjudicatarios de cotos con animus lucrandi quienes mandan y gobiernan en sus cotos y son quienes representan al cazador de a pie ante todos los estamentos oficiales, caso de que su coto este federado. ¿O no? ¿De dónde salen los consejos provinciales? ¡¡Pero si a esos adjudicatarios con ánimo de negocio no los ha elegido nadie!! Así está la Real Federación Española de Caza, hasta hace poco: dividida, y ahora en comandita otra vez, pero con casi los mismos gestores —adjudicatarios de cotos elevados por acuerdo mutuo y votaciones ajenas a los cazadores de a pie—. Esos cargos elegidos por mayoría absoluta durante decenios… cuentan con una fidelidad truculenta que en muchas ocasiones son la vergüenza de la venatoria española que va dejando la escopeta por una carestía que no puede soportar económicamente.

 Perdiz roja

Posible solución que permita afiliar a todo cazador debidamente documentado

Simplemente creando una sociedad por provincia que englobe a todos los cazadores que no puedan federarse. PUNTO.

Si una sociedad tiene en sus estatutos como conditio sine qua non que cada cazador tenga la tarjeta federativa actualizada, no me parece mal siempre y cuando no la tenga ya proveniente de otra sociedad y no se le obliga a que la tenga duplicada o quintuplicada.

Y quienes pensamos que la caza no es ningún deporte y no nos queramos federar, obligarnos en estos tiempos es un tic del pasado que no se ha sabido o querido erradicar. Es una reminiscencia de cuando para constituir una sociedad de esta naturaleza había que jurar los Principios Fundamentales del Movimiento. Pero de este tema hay que hablar más y ahora sólo lo he sacado a colación de manera meramente testimonial habida cuenta de que lo necesito para lo que viene detrás. Pero el tema se las trae y me repugna cuando leo u oigo decir que la RFEC representa a TODOS los cazadores de España. No. Eso es mentira. Y los campeonatos, señores míos, la mayoría están duplicados con los de la Real Sociedad Canina de España o la Federación Española de Galgos.

«A ver quién mata más en menos tiempo»: Esa es una manera trasnochada de proceder. Mezclar política y caza es propio de rastreros y de quienes denigran nuestros posibles valores no descritos todavía. Yo suelo asistir a las manifestaciones para pulsar el ambiente y estudiar a la gente, pero siempre me viene a la mente Burgos, cuando le dijeron a Mío Cid al salir camino del destierro: «Dios, qué buen vasallo si tuviera buen señor».

 Perdiz roja

¿Este año ha criado bien la perdiz?

Según los vendedores de tarjetas —adjudicatarios de cotos y reventas de tarjetas—, la perdiz cría a las mil maravillas todos los años, pero no hay año que el día de la apertura no haya menos que el día del cierre de la temporada anterior. Motivo este por el que en muchos cotos no hay ni una sola perdiz autóctona y, lo que es peor, cada año hay más cotos en situaciones similares o iguales. Pero, para algunos, esto tiene fácil solución: se echan unas perdices de granja, se mata un lechazo para comerlo en comandita con los parroquianos del pueblo, además de los cazadores paganos del asunto, y a escuchar las sempiternas mentiras de las abatidas en los cotos de al lado. Mienten cuan bellacos en aras de seguir recibiendo un dinero que viene muy bien para —en muchos casos— saldar la única partida presupuestaria propia que ingresa el pueblo en su presupuesto anual.

Luego, compra uno ciertos medios de comunicación ¿VENATORIOS? y nos cuentan lo que hay alrededor de nuestra casa describiendo «virtualmente» lo que nosotros jamás hemos visto ni soñado. O sea, pagamos por una caza menor que no hay y esta es parte de la explicación del gran bajón que está sufriendo la caza menor en lo que se refiere al número de cazadores. La falta de caza y de relevo generacional, más la cuantía de las pensiones de miseria, son los culpables del asunto. Pero pregonando perogrulladas tales como la «caza sostenible» por quienes entienden el asunto como «caza por el morro», no se arregla nada. Y queriéndose erigir en guardianes de la «ética venatoria», tampoco.

Ahora bien, en España hay fincas destinadas a la caza como producto principal que funcionan a las mil maravillas bajo unas normas espartanas avaladas por gente preparada. En los citados cotos hay un constante equilibrio depredador y vigilancia de todo transgresor o furtivo. Pero eso es harina de otro costal y esa manera de proceder no se puede implantar en el término de una junta administrativa de mil hectáreas cuyos propietarios ni siquiera viven en el pueblo.

Posible solución

Hoy, si los grandes inventores universales vivieran. Inventores tales como: Leonardo da Vinci, Albert Einstein, Nicolás Copérnico, Arquímedes, Galileo Galilei, Claudius Ptolemaeus, etc. etc. necesitarían un equipo humano repartido por el área geográfica a tratar. Y si quieren un par de ejemplos les voy a citar a Pascual Madoz Ibáñez —que no inventó, pero dirigió con tino el aun vigente diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar—. No debemos de olvidarnos de Alfonso XI (el Onzavo), que no escribió él sólo el famoso Libro de la Montería, pero vio la luz bajo su mandato y directrices en una España cuyas fronteras cambiantes dificultaron la citada obra.

 Perdiz roja

Pequeño resumen de un trazado a mano alzada de las ineludibles funciones de la RFEC

Se necesita crear un grupo venatorio cuya principal misión sea la de captar dinero de Europa y responder con trabajos concretos previamente consensuados y escrupulosamente escritos. No hay que dejar pasar ni un euro del dinero que nos corresponda sin meternos en competencias ajenas. Este grupo tiene que estar dirigido por la RFEC (o ente sustitutorio) y los técnicos tienen que ser totalmente asépticos e impermeables ante los guiños de los de siempre. NO SE NECESITAN SALVADORES. SOBRAN ILUMINADOS. Dado que el proyecto es de carácter nacional, en todas las provincias tenemos que tener y tenemos nuestra delegación sin estar adscrita a ningún partido político.

Todo aquel que hiciese algo, estaría remunerado en consecuencia de acuerdo con la normativa vigente y sin precarizar trabajos. ¡Transparencia sin animus lucrandi!

Si importante son los técnicos, jurídicos, etc. etc., que lo son, más importantes son los equipos humanos de dirección, quienes deben de ser elegidos por riguroso sufragio universal. O sea: un cazador con toda la documentación en regla, equivale a un voto. El resto hay que modificarlo. No vale eso de poner una fundación y empezar a recoger frutos.

Desde Madrid deben de consensuarse los protocolos informáticos de comunicación para censos, estimas y todo lo demás. Pero a su vez, tiene que haber personal en las provincias para poder llevar a cabo los estudios sin perjuicio de que las autonomías tengan voz y voto donde ellas quieran, pues las competencias venatorias les corresponde a ellas, y con ellas y las provincias hay que establecer estrechos lazos donde los sujetos que aprovechen la ocasión para las puertas giratorias sean detectados a fin de depurarles de inmediato.

Se pueden hacer trabajos conjuntos o por separado con las provincias, las autonomías, el Estado e incluso Europa.

Hay que pensar en las nuevas tecnologías como medio, nunca como fin.

No se puede prescindir, bajo ningún concepto, de personas de probada honestidad y sobrada experiencia, tales como: José Miguel Montoya Oliver, José Luis Garrido, Juan Antonio Sarasketa, Santiago Ballesteros, Rafael Lurueña, Luis Fernando Villanueva, Julen Rekondo, Felipe Vegue, Ángel López Maraver, José Luis Fraile, Fernando Tello del Hoyo y alguno más que citaré en la segunda parte de este post, donde detallaré un estudio organizativo y citaré los usos ya arraigados y tratados bajo los designios de la CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL, donde el Big Data, la cartografía, la reutilización de la información oficial no vetada por la LOPD, etc. etc. esté a nuestra disposición en macroordenadores ya existentes donde no tengamos que gastarnos ni un euro en los magnos soportes y en el Datawarehouse que necesitamos.

Mi opinión estará sujeta a modificaciones varias o a una anulación total, pero —eso sí— estará avalada por mi experiencia en trabajos de esta índole en general combinados con el tratamiento informático de toda clase de datos bajo un gran abanico de aplicaciones con lo cual me entretuve más de 25 años trabajando muchas horas, muchísimas, y estudiando sobre la marcha. No. Yo no estoy buscándome acomodo, ni mucho menos. Busco, eso sí, mi tranquilidad y el bien de los demás a excepción de los cuatro sinvergonzones de todos conocidos.

Con estas premisas, y otras, escribiré sobre un moderno sistema de recuperación de una biodiversidad maltratada que ha sido pisoteada por muchos supertécnicos so pretexto de esos planes de aprovechamiento que hacían a fotocopia y cobraban a precio de oro. También tendremos enfrente a los esbirros de las multinacionales disfrazados de sabiondos bienhechores enseñando títulos que ya no nos pillan desprevenidos después de las grandes titulaciones de la capital del Reino.

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