Bambi

Terminada la temporada de la berrea volvemos a escuchar los mismos tópicos de todos los años, tanto de los partidarios como de los detractores de este tipo de caza tradicional en época de celo.


El trofeo del venado es y ha sido siempre algo mítico. Baste recordar que San Huberto, patrón de los cazadores, se retiró a la oración al ver una cruz de luz celestial en la cuerna que adornaba majestuosamente la cabeza de un ejemplar que estaba en el bosque. De ahí que esta gran pieza de caza haya heredado el nombre de Venatoria Venado: Lo cazado. Esa cuerna que ostenta el ciervo, y sobre cuya finalidad biológica elaboramos distintas hipótesis que no terminamos de creernos totalmente, es el trofeo de caza por excelencia. Precisamente la gran distribución mundial y las numerosas poblaciones de esta especie se deben al valor que se le da a su trofeo, y que hace que tanto la administración como los particulares faciliten su expansión, lo que por otra parte nos hace entrar en un círculo virtuoso, ya que el monte cuidado para el ciervo lo es también para otras muchísimas especies. Cada animal macho fabrica una cuerna distinta, que alcanza su esplendor algunos años después de haber llegado a su máxima potencia reproductora, lo que va en contra de quienes nos dicen que quitar estos ejemplares del monte es dejar sin grandes reproductores al rebaño. Pero la renovación anual de la cuerna a partir de cierta edad decae, en paralelo a la decadencia de su portador. El Cervus elaphus sufre las consecuencias de la caída periódica de sus astas, en el desmogue es un animal tímido y acorralado que se esconde, sabe que los varetos a los que él ha maltratado desde que eran bambis y que desmogan más tarde que él no dudarán en pasarle factura si lo encuentran. Hay varetos que por su extremada agresividad son auténticos asesinos para los de su especie, a los que atacan utilizando su afilada daga durante ese corto periodo de tiempo que les da esa ventaja natural de seguir teniendo cuernitos mientras los demás no. Este tipo de animales también han de tenerse en cuenta a la hora del descaste poblacional de caza selectiva. (Que el inolvidable y siempre querido Walt Disney nos presentara estos animales como ejemplo de ternura y falta total de agresividad no quiere decir que sea cierto, aunque algunas personas lo puedan creer. Sin embargo la inmersión idílica que hacen sus dibujos animados en la naturaleza da a sus creaciones un balance positivo para la iniciación infantil medioambiental). Aparte de los asesinos jóvenes, también habrá cérvidos asesinos de la tercera edad si los gestores del campo no están atentos. Pues si un ejemplar no ha sido abatido en su esplendor, generará anualmente cuernas más pobres, hasta que solo pueda tener un par de varas que utilizará en sus peleas como puñales. Lo cual acontece también genéticamente y produce una lucha desigual entre machos al no poder enfrentar las coronas de sus cuernas para medir su fuerza. Por esto pueden aparecer varetos asesinos de todas las edades. Nunca se debe llegar a estos extremos, la cultura del cuidado de la caza mayor debe extenderse. Una buena gestión quitará siempre, de un modo selectivo, los ejemplares que dañen a su propia especie.
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