Sobre el furtivismo

Hablar de furtivismo es hablar de robos y de atentados contra el medioambiente. Hoy el furtivo no es más que un delincuente.


Hay casos emblemáticos, como el que nos contaba nuestro compañero Antonio Adán Plaza en su último post sobre el asesinato del elefante Satao, igual que ha ocurrido con otros muchos elefantes, matados para traficar con el marfil de sus colmillos. Tenemos otro cruel ejemplo contra la fauna del continente africano, los rinocerontes asesinados para traficar con sus cuernos. Son dos casos en los que se pone de manifiesto que el furtivismo llega a ser una delincuencia organizada, que al estar fuera de toda ley, utiliza métodos que ocasionan más perjuicio que el del mero robo de un animal, como es el uso de venenos peligrosos y contaminantes. Es consustancial al furtivismo no respetar las leyes, ni la ética de la caza. El furtivismo individual no es un furtivismo menor, aunque lo pareciera comparándose con el ejercido por las bandas internacionales. Primero porque el furtivo se arroga a sí mismo ser una excepción, lo que va en contra de toda ética, ya nos decía Kant que la conducta individual ha de adaptarse a la universal, y una vez que no acepta las normas colectivas de la caza, utiliza las artes que le viene en gana. Segundo, porque no hay solo un furtivo, hay muchos, y el daño a la fauna puede ser considerable. Por ejemplo, el que ha entrado en un coto para cazar un ciervo trofeo de manera ilegal, al infringir la ley para robar en lugar de cazar mata, corta la cabeza del venado y huye abandonando el cuerpo. La caza tiene unas normas de fair play, para cazar un ciervo hay que hacer previamente una selección, y saber que se caza el ciervo en el momento apropiado. Sin embargo, el furtivo, que ha de ocultarse y actuar de modo subrepticio y clandestino, matará el primer venado que le parezca aceptable y que le compense el riesgo del acto delictivo. La figura del pobre furtivo que cazaba para comer ya no existe en Europa, no es un caso de furtivismo el de tribus selváticas de otros continentes que utilizan los recursos naturales para su subsistencia. Es cierto que hay un furtivismo para conseguir carne de caza, pero ésta ya no es necesaria para la subsistencia. La película Furtivos, nos describe un minúsculo medio rural encerrado en sí, ambiente del que sale la figura, ya caduca en el film, de furtivo que va por carne al monte. Tirar una liebre en la media veda, tirar con postas a un corzo, o recechar clandestinamente un venado son acciones igualmente reprobables por lo que tienen en común de no aceptar las reglas del juego limpio. El furtivo nunca debe ser admirado; no es ni cazador ni aventurero, es como he dicho un delincuente. Además, el trofeo que pueda exhibir no es tal, equivale a una medalla deportiva obtenida mediante dopaje. La ostentación que pudiera hacer de sus logros nunca debe ser acompañada de sonrisillas cómplices por nadie que se precie de ser cazador.
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