La caza verdadera es políticamente incorrecta

Siempre he dicho que cazar es quitar a la naturaleza, en buena lid, una de sus criaturas. Quitar a la naturaleza es abatir o capturar una especie que forma parte de ella desde su nacimiento, o sea, tiene su lugar y su función en ella.


Descarto por tanto especies echadas para ser abatidas en poco tiempo, con lo que ello implica de cuidados y disponibilidad de comida y agua. Cazar para mí implica abatir especies salvajes perfectamente adaptadas a una naturaleza igualmente salvaje. Abatir especies soltadas para ello no es caza, es otra cosa, y habría que inventar otra palabra.

Pueden decirme que se han soltado animales que corren o vuelan mejor que los salvajes, que lo dudo, que son más vivos y listos, lo dudo más. Puede que me digan que por ingeniería genética han creado unos animales muy superiores. Pero no, no se trata de habilidades, sino de algo más filosófico: esos portentosos animales ya fueron cazados y traídos a este lugar extraño para ellos. Ahora bien, si ciertos animales fueron repoblados en su día y han sido capaces de sobrevivir e incluso reproducirse, formarán ya parte de esa naturaleza y por tanto son perfectamente cazables.

Sin embargo, si preguntáramos a ciudadanos anónimos que elijan una opción: a) matar animales soltados de una granja o criadero en un entorno humanizado y degradado, o b) matar animales salvajes nacidos en la naturaleza y cazados en esa misma naturaleza… Creo que mucha gente eligiría la opción a), porque la b) implica matar animales salvajes en un entorno natural, y la caza, para la sociedad en general, perturba y mata, y lo salvaje debe ser intocable y es más valioso.

Y si me gusta cazar especies salvajes, eso implica que la naturaleza en la que viven también tiene que ser natural y salvaje. Y por esa misma razón me encantaría ver, mientras cazo, un águila imperial, un búho o un lince, porque ver estos animales es ver naturaleza de verdad e implica que si estos predadores existen es porque abunda la comida y mantienen el ecosistema rico y variado, y a raya a otros predadores más indeseables y oportunistas como zorros o meloncillos.

Pero si vuelvo a preguntar al ciudadano, incluso al guarda de medio ambiente, dirán que prefieren que cace en aquel erial en el que soltaron los animales de granja que hacerlo en ese trozo de naturaleza lleno de vida natural y salvaje.

Y esto es, grosso modo, lo que está pasando y ha pasado en este país. Que las autoridades, en cuanto ven un territorio bien conservado, que es lo que el cazador de verdad busca, corren a declararlo no se qué, y lo primero que hacen es prohibir la caza, cuando a lo mejor ha sido la caza lo que ha permitido que un territorio conserve su salvajismo. Posiblemente porque quien cazaba ahí quería patear la naturaleza más pura y salvaje y cazar animales más listos, porque para pegar tiros ya estaban los campos de tiro y colgarse una docena de perdices despistadas y facilonas, podía hacerlo en un intensivo. Pero no disfrutaba disparando sobre estos animales mientras pateaba un campo estéril lleno de tacos, cartuchos y algunas cagadas de zorro.

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