Cartuchos y cartuchos

Hace unos días vino un socio con su hijo a ver si tiraba unos zorzales. Para las once padre e hijo habían tirado caja y media. Luego se vinieron a la casa para asar un poco de carne.


Mientras preparábamos las brasas y tomábamos unas cervezas, Raúl, el hijo de Lorenzo, comenzó a hablar de cartuchos y de que los que traía su padre no eran los más adecuados —34 gramos del 8—, que eran muy lentos y no sé cuantas cosas más. Yo no sé mucho de cartuchos, más o menos sé elegirlos en función de la pieza. Yo, como sólo tiro caza menor menos zorzales, suelo usar el plomo 7 y 6 y 32 gramos, sé que es un cartucho universal y suficiente para poner patas arriba perdiz, conejo, liebre o paloma que se ponga a tiro. De todas formas un día que tuve que ir a Alosno, pueblo de aquí del Andévalo onubense, cuna del fandango y muy cinegético, fui a ver a mi amigo Pepe Espinosa, dueño de una fábrica de cartuchos que se llama Del Sur, para saludarle y de paso preguntarle muchas cosas sobre los cartuchos y así poder rebatirle a los chavales. Pepe es cazador y le conocí hace tiempo en una montería. Me arrimé a él porque un amigo me dijo: «¿No conoces a ese del sombrero? Es el dueño de Cartuchos del Sur». Me fui hasta él, me presenté y le comenté que algún día quería mantener con él una pequeña conversación sobre cartuchos, pues luego venía la juventud al coto, se ponía a hablar del asunto y me tenía que callar para no hacer el ridículo. Pepe se sonrió y me dijo que otro día con tiempo respondería a todas mis preguntas. Así que esta podía ser mi oportunidad. Llegué a la fábrica y estuve toda la mañana con él hablando de cartuchos y viendo cómo los fabricaban sus máquinas. Y esto fue grosso modo lo que me contó: —Mira, Tío Calañas, hoy en día cualquier cartucho de caza es bueno. Y los españoles, junto con los italianos, son los mejores del mundo. Está fabricado con máquinas muy precisas, bien ajustadas por nosotros, los componentes son cada vez mejores, hablo sobre todo de tacos, pólvoras y fulminantes, y de lo que se trata es de conjugar estos elementos con el gramaje a fabricar. Si queremos que los perdigones se dispersen más o menos, usaremos un tipo u otro de taco, y a hacer ensayos y más ensayos en nuestro cañón de pruebas hasta conseguir esas características. Pero aquí no hay milagros: velocidad del perdigón, carga, pólvora, dispersión del perdigón (plomeo) y retroceso están muy relacionados. Por ejemplo, la velocidad de un cartucho, al salir del cañón, está en torno a los 400 m/s, pero metiendo más pólvora o recurriendo a una más energética, podemos conseguir mucha más velocidad, pero a partir de esa velocidad el plomeo se distorsiona y aumenta significamente el retroceso, ambos factores muy negativos. Imagínate una tirada de tórtolas en pleno agosto con unos cartuchos que ‘pegan’ mucho. Cuando has tirado una caja te duelen hasta las orejas. Por eso la idea es fabricar cartuchos con el mejor equilibrio de velocidad, plomeo y retroceso, en función de la carga y de la numeración del perdigón. —Pepe, ¿y por qué se dice que un cartucho es rápido o lento, y en general, cuanta menos carga más rápido? —Tío Calañas, eso no es así exactamente. Cuando hace muchos años casi todos nos cargábamos nuestros cartuchos, sabíamos que con una misma carga de pólvora —sólo teníamos un tipo—, si quitábamos o poníamos más perdigones, la carga iba a ser impulsada con mayor o menor velocidad. Pero hoy día esto ya no es así, fundamentalmente por las pólvoras progresivas, que por ejemplo son capaces, con la misma cantidad, impulsar 36 gramos a la velocidad de una carga de 28 gramos. En nuestro caso, cada gama de cartuchos tiene su propia velocidad, tenga 30 o 36 gramos, y esto se consigue variando la progresividad de las pólvoras y mejorando la calidad de las mismas, según la gama de productos. Lógicamente un cartucho de 36 gramos, por propia física, pegara más que otro de 24, pero no tiene por qué ser más lento. —¿Cuál sería entonces a tu parecer el mejor cartucho de caza menor? —Mira, todos los fabricantes tenemos un cartucho-estrella en el que depositamos todo nuestro mejor hacer, y es el cartucho de pichón. En nuestro caso, nuestro modelo estrella puede considerarse un modelo de pichón, pero vendido a precio de caza. El tirador de pichón no se la juega, quiere el mejor cartucho posible y no le importa pagarlo. Y el pichón es una modalidad de tiro parecida a la caza en el sentido de que se trata de matar en el acto una paloma, un animal, entre 20 y 30 metros. ¿No es esto lo que fundamentalmente queremos como cazadores? Un cartucho fiable que mate con contundencia una pieza cinegética. El cartucho de pichón se fabrica a conciencia con los mejores componentes porque se paga. Está claro que no será el adecuado para tirar zorzales o tórtolas, porque carga 36 gramos, pero para tirarlo en otoño-invierno a media docena de piezas, será la mejor opción. Pero las firmas tenemos otros muchos modelos más baratos y muy buenos. Te diría que lo más importante en un cartucho es el taco ya que, según sea su diseño, tiene la capacidad de absorber el primer retroceso del disparo. Si baila dentro del cartucho puede provocar una grave distorsión del plomeo porque los gases del disparo adelantan a la carga, es lo que se llama viento balístico. También es muy importante que el perdigón no sea muy duro, que se deforme adecuadamente dentro del animal para producir una muerte rápida. El perdigón de tiro será más duro, y esto se consigue con una aleación de antimonio.
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