Vida 'sostenible'

No decimos aquí que el cambio climático sea una farsa, no. Sostenemos que se ha convertido en la excusa perfecta para que nuestros gobernantes nos tengan embobados y jueguen al despiste. Me parece cinismo puro o puro cinismo, como quieran, que el G-8 se rasgue las vestiduras a cuenta del cambio climático y no dedique una sola palabra, una sola línea, una sola letra a la pobreza, por ejemplo. Nada nos queda de aquellos tiempos en los que el principal problema del mundo era acabar con el hambre y se tomó Etiopía como referente.


No me cabe la menor duda de que los poderosos han hecho de la solidaridad y la buenhomía un gran negocio. Eso es lo que de verdad me fastidia y lo que me enerva. ¿Cuántos concejales de ayuntamientos de España tienen coches oficiales de gran cilindrada que contaminan el triple que otro cualquiera y, en cambio, tienen la desfachatez de reprochar a sus convecinos que no utilicen el transporte público? Permítanme, pero me parece a mí que el que denuncia esto no es precisamente el demagógico. Desde que me levanto hasta que me acuesto, todos los días, trato de hacer todo lo posible por conservar este planeta. Cosas simples, sencillas, de las que habría que convecer a todo el mundo, como cerrar el grifo cuando te lavas los dientes; no dejar ningún electrodoméstico con el led encendido; me ducho en vez de bañarme, enciendo el aire acondicionado cuando es necesario y nunca más ni menos de 25º; todas las bombillas de casa son de bajo consumo; todos los electrodomésticos son triple A; no hay un solo grifo que gotee; y tengo guardados desde que comenzó el año 38 bonobuses agotados, 38, que son 380 viajes. Se puede hacer más, por supuesto, y habrá muchas personas que hagan más, por supuesto también. Cambié el coche por la moto, porque acorta los desplazamientos y emite menos CO2, pero ayer me traje la bici del pueblo, la vieja Orbea Sierra Nevada de los años 80, porque por poco que haga bueno será, y habrá que sacar rendimiento a la pasta que se ha gastado mi Ayuntamiento de Sevilla en una red de carril bici. Si todo el mundo se concienciara de ello, de hacer nuestra vida cotidiana más sostenible (los expertos aún no se han puesto de acuerdo sobre qué es sostenibilidad, pero bueno, ustedes me entienden) seguramente nos iría un poco mejor. Pero lo que exijo y reivindico es que los que nos meten miedo sean los primeros que se apliquen el cuento. ¿O para qué quiere ese mismo político un cochazo de 250 caballos?
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