La caza regulada y el buen ecologismo… son lo mismo

Texto de Mario Fuentes, presidente de Global Shut y un cazador de ley


Siento una gran tristeza ante el tremendo desconocimiento y la falta de tolerancia de algunas personas ?mal llamadas ecologistas? y que son tan culpables, de tantos problemas, como los mal llamados cazadores, dentro del colectivo. Hace unos años di una conferencia, en el Ayuntamiento de Cádiz, sobre Desarrollo Sostenible. El aforo lo constituían jóvenes estudiantes universitarios, en su mayoría entre 18 y 25 años. Acabaron comprendiendo, que era mejor tener chimeneas (por supuesto con filtros) y trabajo, que no tener ni chimeneas ni trabajo; ni, por descontado, toda la repercusión del efecto rebote a consecuencia de una renuncia radical al progreso, que es lo que preconizan algunos grupos extremistas y muy poco realistas. In medius is virtus, un principio muy sabio que casi siempre ignoramos para irnos a los extremos, y estos… nunca son buenos. La caza regulada, no solo es buena, sino que se puede considerar imprescindible para salvar ese equilibrio que tanto nos preocupa. El tema es tan extenso que no podría, en un solo artículo, poner todas mis sensaciones y experiencias para que pudieran ser aprovechadas por quienes tengan a bien considerarlas. En cuanto al controvertido –y tergiversado? asunto de que a los niños se les da un arma con 14 años, por norma general y salvo deshonrosas excepciones, no es cierto. Esto ocurre, siempre, a partir de los 16 y después de una larga formación que comienza entre los 8 y los 10 años. Rodeado en todo momento por amantes de la naturaleza, personas mayores y con dilatada experiencia que, permanentemente, educan en largos paseos por el campo, tanto en periodos de caza como de veda, ese niño, en lugar de estar ante un videojuego quemando sus ojos, o en un pre-botellón, en compañía de vaya usted a saber quién, está con sus mayores recibiendo una formación integral. Recuerdo, ahora, con nostalgia, como mi padre, cuando no podía salir al campo, me encajaba con sus amigos. Eso mismo hacen con nosotros amigos y conocidos, nos dejan a sus hijos para que, en el campo, se formen como gente de bien y con principios. Se aprende a distinguir árboles, especies… se buscan y respetan nidadas, se vacuna para prevenir enfermedades, se pone comida y agua en tiempos difíciles, se les da abrigo cuando la naturaleza se cierra en frío y nieve, se respira sano, se madruga mucho, se camina más, se habla, se descarga adrenalina, se recogen las inmundicias de los visitantes ?como los falsos campistas, los malos cazadores o ficticios ecologistas?, y un largo etcétera interminable y siempre formativo. ¡Atentos, he dicho formativo, y no informativo! En una palabra, es un sistema de educación integral y respeto a los demás del que estoy orgulloso y contento de haber bebido y del que me encantaría que bebieran nuestros jóvenes. Aprenderían valores que, desgraciadamente, hoy no se imparten en los colegios y para los que algunas familias parecen no tener tiempo. En los colegios, como norma, hoy no se forma, se informa, y, por los resultados que presentan, hasta eso se hace de manera incompleta, por no decir que bastante mala. Nuestros mayores tutelan en todo a los jóvenes, y estos aprehenden respeto. Esto no ocurre en nuestras ciudades, ni dentro de algunas familias, ni en los colegios, ni en las universidades, ni en la calle, en general, luego… algo bueno tendrá el tema. Cuando se habla desde el desconocimiento, se cometen grandes errores, se dan visiones parciales e incompletas y, por tanto, falsas. Deberíamos considerar un tipo de formación que englobe lo mejor de todas las cosas, y la caza y su entorno, tienen muchas buenas. También durante todo el año cuidamos de nuestros perros (los lobos de antes), para cazar de 8 a 12 días al año, que es, en la mayoría de los casos, lo que permite la menguada apertura de la veda. Con algunos de los mal llamados ecologistas haría un experimento: los soltaría en el campo con un tapa rabos, por supuesto vegetal, para ver lo que aguantaban comiendo hierba, haciendo fuego con un palo (para no usar derivados del petróleo), comidos por los mosquitos y garrapatas por no poder usar insecticidas (que son malos para el medio ambiente); tal vez se tuvieran que pelear para conseguir una cueva mejor, echando al oso de su habitáculo. En fin… no quiero decir más tonterías. Los verdaderos cazadores, estamos a favor del lince, del zorro (controlado, ya que si dejamos abandonado el campo, campan a sus anchas, sin ningún depredador superior, causando estragos en las nidadas y en los cados de conejos), de la nutria, del oso, del águila. . . Se me pone la carne de gallina cuando veo alguna escena en la que se comen a los animales sin darles muerte, vivos; esto no ocurre en el arte de la caza. A los escopeteros y matarifes, tampoco los queremos los buenos cazadores, son nuestros mayores enemigos. Hay cotos en los que la selección de personal para poder ingresar, es muy fuerte. Por lo tanto, creo que estaremos de acuerdo en que la caza regulada tiene grandes valores educativos y es una forma natural de comulgar con la naturaleza. Por último, para no cansar demasiado, quisiera lanzar una pregunta a los ecologistas y al mismísimo gobierno –en este caso al MIMAM?. ¿Qué se ha hecho para eliminar el plomo de nuestro entorno? Y no me refiero a las protestas, sino a ¿Qué se ha hecho en cuanto a inversiones efectivas en investigación y desarrollo? Que yo sepa nada. ¿Qué ha hecho la RFEC, en colaboración con capital privado y universidades? Conseguir y patentar, (no olvidemos que es un logro íntegramente español) un producto alternativo, que podrá usarse en todos los campos de la industria. A eso llamo yo preocuparse y luchar de manera efectiva por el medio ambiente. ¡No tengo noticias de que hayan tenido ayuda ni apoyo de ningún organismo ecologista ni estatal! ¡Estamos hartos de tanta demagogia barata! Por favor, vamos a unir fuerzas y llegaremos mucho más lejos.
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