Cuchillos de remate

Elemento más que importante en el equipo del cazador, el cuchillo alcanza el rango de símbolo cuando es el destinado a rematar las piezas de caza mayor. Es ésta una práctica que se mantiene además como tradición secular entre los monteros españoles, y para la que contamos con una envidiable variedad de opciones y modelos entre la que elegir.


Actualizado

En los años 80’ Muela fabricó una serie de cuchillos de remate entre los que se encontraba alguno en expreso homenaje a Antonio Covarsí (el Montero de Alpotreque), e incluso una higüela de hoja corta y mucha “muerte”.

No sé exactamente cuántos, pero son muchos los artículos que he escrito sobre cuchillos a lo largo de los últimos treinta años. Ustedes saben que me interesan prácticamente todas las parcelas del mundo de las armas, aunque reconozco que “las blancas” son realmente mi pasión. Han sido muchas las que durante años he venido utilizando en el campo para múltiples tareas, al margen de las que he conseguido por simple capricho –o mejor dicho vicio– a lo largo de décadas para reunir una colección que no puedo disfrutar como quisiera por falta de espacio, y sin contar las muchas que formaron parte de mi trabajo a la hora de evaluarlas (a veces hasta llegar a su destrucción), en algunos de esos artículos que comentaba. También he tenido la suerte de colaborar en el diseño de cuchillos importantes de muy destacadas marcas, de conocer de cerca famosas fábricas en diversos países, de utilizar numerosas variantes en experiencias de caza vividas en Europa, América y África… y tras todo ello les aseguro que para mi son cada vez más objetos de enorme fascinación.

Cuchillos de remate

Pero hoy se trata de hablar sobre una “raza” de cuchillos muy especial, pues encierra como ninguna otra miles de años de la evolución de nuestra especie, cazadora como lo son otras muchas en la Naturaleza, pero de las que nos diferenciamos también por haber sido capaces de crear y servirnos de herramientas, y seguro que las destinadas a la caza estuvieron entre las primeras en aparecer.

Palos endurecidos por el fuego y piedras talladas para utilizar sus filos darían paso a una constante evolución de los metales que aún se mantiene, y que a lo largo de milenios ha propiciado que hoy el cazador disponga de unas herramientas muy distintas a las que antes comentábamos, muy diferentes también de la variedad de lanzas, flechas o hasta espadas específicas de caza (con crucetas en sus hojas para “separar” a la pieza del cazador), que fueron apareciendo hasta llegar a las armas de fuego.

Los cuchillos de remate preservan y acrecientan una tradición genuinamente cazadora y española

Las modernas armas de caza cuentan con una cartuchería casi impensable hace unas décadas, o con ayudas optrónicas que en otro tiempo se habrían considerado brujería. Pero pese a esos y otros muchos avances tecnológicos, hay un elemento que se mantiene casi como hace milenios y que además permanece “insustituible” en el equipo de muchos de quienes practican la caza mayor: el cuchillo de remate.

Pese a lo simple que pueda resultar la estructura de un cuchillo, a lo largo de varios artículos veremos cómo la experiencia práctica fue creando una variedad que se ha especializado en diferentes apartados y todo esto ciñéndonos a los de caza, puesto que sobre tácticos, de supervivencia, de combate, marinos, etc., podremos extendernos aún mucho más.


Dos piezas de gran lujo en el catálogo actual de Muela son estos modelos, uno con hoja de “lengua de vaca” y Bowie modificado el otro, fabricadas en acero Damasco.

Absolutamente distintos en diseño y hasta tamaño, tanto el Gran Duque como el Magnum son auténticos cuchillos de remate.

Tres hojas grabadas al ácido y con mangos de asta que incluyen la roseta de la cuerna.

En cualquier caso, si próximamente ahondaremos en los cuchillos de uso general o utilitarios, en los desolladores o skinners, e incluso en las herramientas multiuso –que tan valiosas pueden resultar al cazador–, hoy serán los de remate nuestros protagonistas.

Para ello vamos a centrarnos en los producidos por la empresa Manufacturas Muela, una marca genuinamente española con más de medio siglo de historia, cuyos cuchillos se venden hoy en más de sesenta países, cuya calidad le ha supuesto un indiscutible prestigio y que además cuenta con una envidiable cantidad y variedad de modelos “de remate”.


El Vulcanus, un ejemplo de lujo y elegancia en cuchillo de remate, con plata, esmaltes y ébano.

Evidentemente el nombre dado a este tipo de cuchillos confirma que han de ser el instrumento definitivo para acabar con las presas de caza mayor, nada menos. Es una situación que generalmente se da tras haber sido abatida la pieza con el arma de fuego, acabando lo antes posible con su vida y evitando así a la vez los riesgos que siempre puede plantear una res herida. También sucede que el animal –a veces ni siquiera herido– es alcanzado por una fuerza de perros suficiente que lo inmoviliza (el llamado “agarre”), haciendo imposible que pueda emplearse el rifle o la escopeta por el evidente riesgo de alcanzar a los perros. Pero también existe una modalidad que se practica sin servirse de ningún arma de fuego para la caza –sobre todo de jabalíes–, utilizando fundamentalmente el valor y la potencia de unos perros que harán un impresionante trabajo al localizar, acosar y agarrar al cochino hasta que el cazador haga su parte con el cuchillo, y sólo con el cuchillo. Es un tipo de caza que se mantiene, por ejemplo, en diversas zonas de EE.UU., Australia, o Argentina, al margen de que en España se hiciera popular hace ya siglos en los montes, y también en las dehesas utilizando caballos, perros…y el resplandor de la luna; una modalidad nocturna, y sin duda no al alcance de todos, a la que se llamó: Ronda. Por tanto, no es el caso que nos ocupa el de un cuchillo más o menos válido para tantas cosas, como los que generalmente usamos, sino el que se diseña y se porta con el fin específico del remate.

Formas y tipos. Una extensa variedad


También el Alano fue otro preciosos cuchillo de remate de lujo. En su vaina destacan el brocal y la contera metálicos.

Partamos de la base de la calidad del acero y de los tratamientos térmicos que éste ha de incluir para ofrecer la robustez y seguridad que debe exigirse de un arma que podría soportar tensiones y esfuerzos muy por encima de los que se plantean en cualquier cuchillo de monte, dándose además la circunstancia de que en esos momentos estará en nuestra mano y en una situación que puede ser bastante delicada. En cualquier caso, es fundamental que el cuchillo ofrezca la mejor calidad que podamos pagar. Si de verdad pretende usarlo para rematar es mejor que no ahorre en su propia seguridad, y ya que estamos tratando los modelos de Muela, los aceros martensíticos aleados al cromo vanadio que emplea esta marca, así como todos los procesos que en ellos se realizan, llevan décadas demostrándose excelentes en literalmente millones de cuchillos, al margen de que el fabricante manchego ofrezca, o haya ofrecido, algunos de sus modelos en otras variedades, ya fueran de tipo Damasco, al carbono, o de “última generación”, como por ejemplo los recientes en el sueco Sandvik 14C28N. Dando por sentada la calidad de la hoja, éstas se ofrecen con una gran diferencia básica al margen de su diseño, y por ella podemos separarlas en “de espiga” o “enterizas”.

En las primeras la hoja se convierte generalmente en un vástago que se oculta dentro de la empuñadura, a veces asomando en la parte posterior o del pomo para ser allí roscada o remachada, sujetando con ello el mango y las distintas posibles guarniciones. Si todo es de la calidad adecuada y está correctamente construido y ensamblado no tiene por qué dar problemas, pero reconozco que prefiero la que me parece mayor robustez de las hojas enterizas, cuya estructura se extiende desde la punta al pomo manteniendo la forma de la empuñadura, y que será complementada con las correspondientes cachas para ofrecer un agarre adecuado.

Muela creó, hace ya años, unos cuchillos de remate dedicados a la memoria de Antonio Covarsí

Aprovecho para comentar que es este un importante detalle que generalmente no es del todo apreciado por muchos cazadores, pues la mano debe “calzar” de la forma más correcta y firme que sea posible en el mango del cuchillo, teniendo en cuenta que la “estocada” sobre la res ha de darse siendo el arma prolongación del brazo y con el dedo pulgar por delante, un detalle que implica la precisión, el “acertar” en la zona que pretendemos. El pulgar, desde los rudimentos de la esgrima, es el “punto de mira” para la estocada con arma blanca, y si piensa atreverse a rematar no estará de más que practique no sólo con el rifle sino también con el cuchillo, haciéndolo por ejemplo sobre un “blanco” de unos 15 cm de diámetro hasta encontrar el empuñamiento más seguro, firme y eficaz. Mejor no piense en una caja de cartón, pues la composición de éste (junto a la piel de muchos animales por la presencia de sílice en su pelo), es de lo peor que puede haber para el afilado de cualquier cuchillo, y usted querrá que su cuchillo de remate lo esté. Ya verá que si llega el momento, en medio de una vorágine de ladridos, mordiscos, cerdas y colmillos, esa práctica le vendrá muy bien para solventar con seguridad y resolución ese siempre delicado lance.


‘Curiosidades’: Hoja de cuchillo de abordaje reglamentario montada como bayoneta de taco (Fábrica de Toledo 1873). Hoja de bayoneta (fusil suizo S. Rubin 1915), convertida para remate. Hoja de bayoneta española 1943 con guarniciones Muela modificadas. Cuchillo marino japonés en el que Eduardo Trigo de Yarto hizo montar un fenomenal mango ambidextro de madera exótica; con 20 cm de hoja es el más corto de los cuatro.

Pero volvamos al cuchillo en sí, y ya que su hoja habrá de alcanzar los órganos vitales (pulmones y corazón) de una pieza de caza mayor, no debería tener menos de 20 cm de longitud, y ello si es que cuenta con el ancho suficiente, pues éste es también de notable importancia. Al margen de que se pudiera alcanzar directamente el corazón –lo que ni siquiera es inmediatamente resolutivo en muchos casos–, un mayor ancho implica que la hoja afectará también más vasos sanguíneos, tejidos, músculos, etc., resultando en definitiva de mayor eficacia.

En cualquier caso, podemos elegir entre hojas triangulares y de doble filo de diseños estilizados o incluso bastante “chatos”, y entre éstos –y precisamente por la importancia que supone la anchura de la hoja–, los monteros españoles vienen utilizando desde hace muchos años la que el propio Diccionario de la Real Academia de la Lengua define en una única acepción como “higüela”: Arma blanca que usa el podenquero para rematar la res apresada por los perros. La higüela se basa en una hoja con forma de triángulo isósceles, y generalmente corta para no estorbar al cazador al moverse entre el monte (cosa que la inmensa mayoría de los cazadores hoy no tiene que hacer), pero sí con mucha “muerte”, que es como desde antiguo se llama a ese ancho sin duda desproporcionado para una hoja que no se destinase a este uso concreto.


Impresionantes hojas lanceoladas de doble filo y 24 cm con diferentes mangos de asta y madera laminada.

Destacando por sus guarniciones de plata y hoja en “lengua de vaca” de acero Damasco, el Lupus es otra pieza digna de la mejor colección.

En los Cervus y Muflón las hojas de remate son de 26 cm. Las guardas evocan a cada especie y los mangos son de asta con roseta.

Basados en esta herencia cazadora Muela creó hace ya bastantes años una serie de cuchillos de remate dedicados además a la memoria de Antonio Covarsí, que fue conocido como “El montero de Alpotreque”, y quien nos dejó el legado escrito de un buen número de sus vivencias cazadoras para disfrute y escuela de ya varias generaciones.

También podremos elegir cuchillos con hoja de “lengua de vaca” o de silueta lanceolada –similares pero de formas menos acusadas que las anteriores–. Existen las rectas llamadas “de bayoneta”, por su semejanza a estas armas militares, las de contrafilo realzado, como lo tenían algunos sables antiguos, y sin duda que también con diseño llamado “Bowie”, aunque ya existieran en España muchos años antes de que naciera ese héroe norteamericano (James Bowie, muerto en la toma de El Álamo por las tropas mexicanas, en Texas, en 1836), y en los que es más que recomendable que su contrafilo cóncavo se sitúe hacia abajo en el momento de clavar, pues si no lo empuñamos así las más de las veces el impacto será impreciso y alto.


Varios modelos de una serie dedicada a la fauna española, con hojas decoradas con esmaltes.

Un Muela Covarsí nos sirve para apreciar su hoja enteriza junto a las guarniciones que la complementan.

Ya vemos que hay diseños para todos los gustos, con empuñaduras que se componen de cachas independientes de diversos materiales, con formas a veces semianatómicas, obtenidas desde diferentes tipos de maderas, o en la tradicional y siempre atractiva asta de ciervo. Pero al margen de su belleza o acabado, insisto en que si se piensa utilizar el cuchillo para acabar con la vida de un bravo macareno o de un venado de grandes cuernas, hundiéndolo en sus costillares, lo correcto será que elijamos la empuñadura que mejor se adapte a nuestra mano, sin olvidar que el cuchillo debe incorporar también una guarda que nos separe con seguridad de los filos de la hoja, e incluso para que no se hunda más de lo debido en el cuerpo del animal en el momento del remate, en el que no debemos limitarnos a un simple “pinchazo”, sino a hacer una rápida sucesión de éstos sin extraer del todo el arma, pero variando el ángulo de ataque para que la acción resulte letal y definitiva lo antes posible. Y no hay que olvidar que la sangre, extraordinariamente pegajosa al cabo de pocos minutos, es casi como aceite lubricante al aflorar, lo que puede ser muy poco recomendable para nuestra mano y el que se convertirá en deslizante mango del cuchillo si modificamos el empuñe.


Un magnífico modelo de remate de edición especial, con hoja grabada al aguafuerte, hecho expresamente para S.A.R. la Princesa Dña. Alicia de Borbón Parma. Destacan los varios cintillos vistiendo la pieza de asta en el mango, y la cabeza de jabalí en el pomo.

También es bueno recordar que los aceros inoxidables no son de hecho del todo así, sino más resistentes a la oxidación que los de mayor contenido en carbono, con lo que es muy importante no envainar la hoja manchada de sangre, ya que la capacidad corrosiva del fluido vital es enorme, lo que también influirá al cuero de la funda. Y hablando de ésta, otro detalle que no debemos pasar por alto es que la vaina debe ser de un diseño y calidad más que suficiente para que el arma se mantenga firme y segura en su interior. Un cuero malo o gastado podría suponer que la hoja pudiera atravesar la vaina y producir un terrible accidente si el cazador, por ejemplo, sufriera una caída. Han de llevar refuerzos en sus extremos, aunque también las hay con brocal y contera realizados con piezas metálicas para mayor seguridad.

Por último, no debo acabar estos comentarios sin hacer una consideración principal, y es que nunca, NUNCA, se le ocurra intentar el remate a cuchillo sobre un animal herido (y mucho menos si tienen la bravura, la fuerza y las armas de las que disponen nuestros cochinos o venados), si no tiene la certeza de que los perros que lo “agarran” lo están haciendo realmente. Los perros estarán dando literalmente su vida en ese lance y casi parecen pedir la ayuda del cazador para librarles de ese “monstruo” al que intentan sujetar. Pero a veces –muchas– las reses se liberan en el momento más inesperado, lo mismo que pueden hacerlo al sentir la herida del cuchillo.


Dos piezas americanas de estilo Bowie (SOG, arriba, y del fenomenal artesano Jim Siska), que por sus dimensiones y fortaleza valdrían correctamente para cumplir como cuchillos de remate.

Dos modelos de Hirschfanger de la década de 1930. Son los clásicos cuchillos de remate alemanes que destacan por sus largas y rectas hojas, como demostrando que también con las armas blancas pretenden la “precisión” sobre la pieza de caza.

Sólo debe rematar, no quien se atreva, sino, sobre todo, quien sepa cómo hacerlo; actuar rápido y con seguridad en el momento adecuado para entrar en ángulo desde atrás al bicho, a veces apartando perros para encontrar el hueco que cubre la zona vital, y que en el caso de los cochinos grandes podemos encontrar extraordinariamente dura, pues es la que la Naturaleza enseña al jabalí a encallecer para que le sirva de escudo ante las navajas de sus congéneres rivales en las peleas.

El mejor método para alcanzar una práctica suficiente en el remate es aprender de los rehaleros, incluso acompañándolos si tiene posibilidad y “piernas” para seguirlos rompiendo monte.

Sólo debe rematar, no quien se atreva, sino, sobre todo, quien sepa cómo hacerlo

Ya verá que también en esto del remate una cosa es “predicar” y otra muy distinta “repartir trigo”. He rematado unos cuantos bichos a lo largo de mi vida y en más de una ocasión reconozco que tuve mucha, pero mucha, suerte. No me hirieron, pero sí he visto cortes terribles (las más de las veces en piernas y muslos, donde tenemos alguna arteria principal) producidos por colmillos de jabalí –y no es preciso que sean muy grandes–, tremendas coces propinadas por cochinas (y qué decir de sus mordiscos), y hasta recuerdo cómo tuvimos que reanimar durante un buen rato a un amigo, que literalmente perdió el conocimiento tras apuñalar a una enorme guarra sentado a horcajadas sobre ella. Remató decididamente a la cochina, pero al margen de que mi amigo bien pudo apuñalarse su propio muslo en aquella postura, lo que no esperaba es que el animal, al sentir la cuchillada, diera un tremendo cabezazo hacia arriba alcanzando en pleno rostro al temerario cazador, al que no le hicieron falta ni perros ni consejos para cometer una barbaridad que se saldó con un enorme susto y una nariz rota. Podría contarles unas cuantas anécdotas más (todas con buenos disgustos, sangre de cazador, urgencias y suturas), pero en definitiva, he de advertir que se tenga mucha precaución con este tema… que es muy serio. Insisto en que a todo se puede aprender, y que esta música es mejor no tocarla “de oído”.


Un buen surtido del fabricante español, donde destacan cuatro impresionantes modelos de remate.

En cualquier caso, reconozco que soy el primero en alegrarme de ver buenos cuchillos de remate en los cinturones o las cananas de los monteros, y espero que en su uso siempre esté presente la prudencia y la experiencia.

Disfrutemos en definitiva de nuestros cuchillos de remate; los hay realmente preciosos y preservan y acrecientan una tradición genuinamente cazadora y española, para la que los muchos y excelentes modelos de Muela son también toda una garantía.

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