El cobro de la pieza de caza es una parte fundamental de cualquier lance que se precie. Para obtener un resultado óptimo nada mejor que darle a nuestro guía cinegético la educación correcta, basada en un sistema de premios y castigos.
Ricardo V. Corredera | 22/10/2009
Todo lance cinegético queda incompleto sin el colofón del cobro. Nada más frustrante que dejar la pieza muerta o herida en el campo con los desvelos que conlleva mantener una densidad de caza aceptable en nuestro cazadero, donde cada animal es un tesoro vivo, y con lo que cuesta darle alcance y abatirlo.
Y si además esa recuperación de la pieza se realiza con corrección, incluso elegancia, localizando con tesón y templanza, portando con presteza, manteniendo en boca hasta que recogemos con la mano y embocando con firmeza pero sin ansiedad, entonces es como rematar la faena limpiamente, sin pinchazos en hueso ni necesidad de descabellos deslucidos.
Sabemos ya que la conducta durante el cobro está muy condicionada por la genética del animal. También conocemos la metodología de manual para el adiestramiento del cobro. Pero el adiestrador veterano cuenta siempre con algunos recursos, estrategias y manejos concretos, que guardan en secreto y que pueden ayudar a solventar algunos pequeños problemas. Algunos de esos trucos del apartado del cobro son los siguientes:
En el cobro a la orden

Algunos perros de boca dulce parecen tener repelús con la pluma en la boca y sueltan la caza a medio camino.
La disciplina del respeto al vuelo tiene sus defensores y detractores. Tradicionalmente es considerada una conducta propia de la competición pero incluso en el ámbito de la caza cotidiana un respeto al vuelo y tiro flexible puede reportar beneficios tales como una consolidación del comportamiento de muestra, ahorro de energía para el perro en tiros errados y evitación del levantamiento fortuito de otras piezas durante la inútil carrera.
Por lo general, se impone la inmovilidad del perro en el adiestramiento por diversos medios (correa, flexy, cuerda, collar electrónico...) desde el punto de vista donde se encontraba el animal al volar el ave, con un riguroso control o castigo. Este proceder puede traer consigo el rechazo de la pieza por un perro sensible o afectar a la conducta de muestra al generar dudas y ansiedad por anticipación del consiguiente castigo. El perro simplemente se inhibe de poner y así, en una conducta de evitación, se sustrae al hipotético castigo.
Un truco utilizado por los expertos es el de aplicar un control progresivo sobre la carrera del perro que persigue a la pieza, permitiendo perseguirla en las primeras ocasiones una distancia determinada para en sesiones posteriores ir acortando esa distancia poco a poco (50 metros de persecución; 30 metros, 20 metros, 10 metros...).
Pronto el perro decidirá espontáneamente permanecer quieto al arrancar la pieza sin grandes traumas y sin perder expresividad en la muestra.
Otro truco consiste, cuando el perro tiene un cierto entendimiento del ejercicio en atar en corto la correa que sujeta el collar de eslabones a la pata trasera del perro, por el corvejón, lo que nos permite tirar a una pieza previamente sembrada, mientras el perro se siente autocontrolado al moverse. Es un recurso que sólo funciona en unas cuantas ocasiones iniciales, pero efectivo para un control medio.
En el porte de la pieza
Algunos canes de boca dulce parecen tener repelús con la pluma en la boca y sueltan la caza a medio camino. Hay pequeños trucos para mejorar este aspecto como los que trabajan la posesividad del alumno. Un ejercicio muy positivo es el llamado la rueda del cobro donde varios perros caminan en círculo en posición de junto relajado con sus guías respectivos.
En el centro del círculo un ayudante lanza varias perdices congeladas delante de los canes de modo que éstos deben recogerla. El perro, sabedor de que si la suelta será apresada por el que camina detrás, hará esfuerzos por no perderla y afianzará el porte. Es imprescindible no parar durante la rueda para que el perro se vea obligado a portarla y aprenda que si la suelta la pierde.

Por lo general, se impone la inmovilidad del perro en el adiestramiento por diversos medios (correa, flexy, cuerda, collar electrónico...).
Otra práctica muy positiva es la llamada de los celos. En este caso dos perros se emplazan enfrentados y sentados junto a sus guías. El propio dueño lanza la pieza muerta uno o dos metros delante del perro que está situado enfrente y le manda cobrar. El celo que le produce la cercana presencia de su contrincante, contra quien él crea que lucha por la pieza, hará que mejore su presa y el porte. Si durante el porte suelta en algún momento el guía del perro opuesto deberá acercarse con él para que éste intente recogerla, de modo que se incrementa la posesividad y la protectividad.
En este ejercicio debemos cuidar la agresividad protectiva que pudiera manifestarse en algún momento con perros dominantes. Los perros deberán permanecer siempre atados.
Para reforzar el porte hacia el dueño y el mantenimiento de la pieza en la boca también es importante el premio. Hasta a la hora de acariciar como refuerzo positivo existen pequeños trucos como el de hacerlo cuando el perro está en posición de sentado, de modo que así la cabeza ha de permanecer elevada (el perro tiende a bajar la cabeza antes de soltar) y acariciar debajo del cuello hacia el inicio de la mandíbula. Otro truco es no hacer siempre el mismo gesto cuando procedemos a recoger el objeto de la boca del perro, ya que aprende a anticiparse y suelta antes.
El porte y el mantener mejoran mucho con prácticas tan sencillas y cotidianas como el sentarse en el jardín con dos perros enfrente y a la orden de cobra ofrecen en modo positivo la pieza o señuelo de forma alterna a cada uno. Aquí siempre debemos contar con que uno de los dos posea un porte fino. De nuevo los celos harán su trabajo.
La mayoría del perros que rechazan portar en tierra, por algún motivo sí lo hacen en el agua. Quizás intuyan que mientras en tierra el dueño puede recoger sin problemas la pieza, en el agua cae toda la responsabilidad sobre ellos; o la sacan al menos hasta la orilla o se perderá para siempre. Por eso, si nuestro perro de boca dulce nada correctamente podremos realizar varias sesiones en agua, y mejor con pieza viva (paloma o codorniz con ala desplumada) lo que les dará un plus de motivación. Una vez que han traído fuera del agua todo deben ser alabanzas, despreocupándonos en principio de mandar sentar al perro o de reñirle si suelta en la orilla al sacudirse. Ahora lo importante es que venza el rechazo a mantener en la boca.

La mayoría de perros que rechazan portar en tierra, por algún motivo sí lo hacen en el agua.
Muchos perros no portan tras localizar la pieza muerta simplemente porque tienen más interés en seguir cazando que en realizar el protocolo de entrega. Son perros con mayor instinto de búsqueda que de cobro y la pieza, una vez muerta, no les estimula. Un truco eficaz a largo plazo es atraillar al alumno que se negó a portar la pieza no permitiéndole cazar en unos minutos. De este modo irá asumiendo con el tiempo que tras el abatimiento no volverá al trabajo de búsqueda de nuevas piezas cuando él decida sino cuando le sea permitido, invariablemente tras completar la entrega.
Lógicamente, todos estos trucos no son sino apoyos al sistema básico de trabajo de modo que no son en sí mismos la solución al problema y no funcionan igual con todos los perros, pero pueden servirnos de gran ayuda en casos puntuales.
Con esta idea seguiremos compartiendo, en el próximo número, estos truquillos que he ido recopilando o ideando tras horas y horas junto con los canes y compartiendo experiencias con grandes adiestradores.Ricardo V. Corredera
Fotos: Maite Moreno y Alberto Aníbal
queria saber que puedo hacer para calmar este comportamiento ya que e seguir asi sse lo comeran sieempre
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