Miden la edad y el desarrollo de los cuernos del corzo

Científicos de la Universidad de León han realizado un estudio para comprobar el mejor método de datar la edad del corzo y comparar el desarrollo de la cuerna entre diversas poblaciones en España. El trabajo, que utilizó datos de 380 ejemplares, demuestra que la medición del desgaste dental es la mejor manera de conocer la edad de este animal, y compara este dato con el desarrollo del peso y la longitud de la cuerna.


Este estudio incluye una serie de recomendaciones para la gestión sostenible de los cotos de caza
Según explica Rafael de Garnica, profesor titular de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad de León y responsable del estudio, la edad media del corzo es menor que las de otros parientes mayores de la familia de los cérvidos —ronda los 5 ó 6 años— y, a diferencia de los ciervos, su cuerna no cambia de forma. Al no existir un método contrastado para datar su edad, el biólogo leonés ha realizado un estudio de campo con 380 ejemplares de corzo abatidos en cotos de caza de distintas partes de España para comprobar cuál es el más correcto. Según el trabajo, en el que además de la Fundación Biodiversidad han colaborado la Asociación del corzo de España y la Asociación de cotos de caza de Álava, el análisis del desgaste dental del animal es el mejor método para saber su edad. De Garnica observó dos parámetros, la altura de la muela y la evolución de unas formas que contienen los dientes del corzo. Mediante la extracción del primer premolar y su estudio —descalcificándolo con ácido nítrico— se obtiene un corte de la raíz que muestra la edad del diente, algo similar a lo que ocurre con los anillos en el tronco de un árbol. Comparando los datos obtenidos de los 380 corzos con sus edades se obtuvieron parámetros para clasificar los ejemplares en tres clases: de 0 a 2 años, de 2 a 5 y mayores de 5 años.

El valor del trofeo no disminuye con la edad

Una vez conocida la edad del animal, de Garnica, junto con Concepción Álvarez de la Universidad de León y Florencio Marquina de la asociación alavesa, abordó el desarrollo de su cuerna y su relación con la edad del corzo. Entre los resultados, el biólogo destaca que la longitud de la misma tiende a disminuir a partir de una edad temprana, aunque su peso aumenta debido al incremento de la base. Así, según de Garnica, «el valor del trofeo no disminuye con la edad», en referencia a la fórmula que relaciona altura y peso de la cornamenta de las piezas, cuyo resultado se utiliza para catalogar las piezas de los cotos de caza y, en última instancia, establecer el precio a pagar por las capturas. Esta conclusión puede servir para ayudar a los gestores de los cotos de caza a realizar una gestión sostenible del mismo, puesto que ayuda a conocer los ejemplares de que se disponen, reservar a los más jóvenes o facilitar la caza de los más veteranos, ya que su valor no disminuye. El estudio, que será publicado a lo largo de este año por la Fundación Biodiversidad, incluye una serie de recomendaciones en este sentido, como estudiar los ejemplares antes de su caza, anotar lugar y fecha de la captura o guardar la mandíbula inferior para comprobar la edad y comprobar así las predicciones. Estos serían, según de Garnica, algunos elementos clave para gestionar mejor el coto de caza.

Los corzos astur-leoneses tienen menos grosor en sus cuernos

Otra de las conclusiones a las que ha llegado el estudio realizado por el profesor de la Universidad de León Rafael de Garnica es que el desarrollo de la cuerna del corzo varía según las poblaciones. Así, aunque la longitud media oscila entre los 20 y 24 centímetros, los ejemplares de la montaña segoviana presentan la cuerna más desarrollada, mientras que los astur-leoneses tienen menos grosor y longitud en sus cuernos. De Garnica explica que la causa de esta variación está en las «derivas genéticas» a las que se ha visto sometido el corzo, un animal que, a pesar de su abundancia actual, se ha visto afectado en otras épocas a reducciones de población. Así, el confinamiento en núcleos reducidos habría producido estas diferencias entre poblaciones. Este estudio, financiado por la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente, incluye una serie de recomendaciones para la gestión sostenible de los cotos de caza.
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